El nuevo gobernador de Hong Kong asegura que impedirá las interferencias de China

Christopher Patten, nuevo gobernador de Hong Kong, comenzó ayer su mandato con dos advertencias: no vestirá el pomposo uniforme de los administradores coloniales británicos ni permitirá la interferencia de China en los asuntos internos del enclave que revierte a Pekín dentro de cinco años. El primer aviso es de fácil y aconsejable cumplimiento, pero la segunda prevención parece más retórica que aplicable. China interviene Hong Kong desde hace años y es previsible que aún lo hará más en el último lustro de ocupación.

Patten toma el relevo de lord David Wilson en un momento de creciente t...

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Christopher Patten, nuevo gobernador de Hong Kong, comenzó ayer su mandato con dos advertencias: no vestirá el pomposo uniforme de los administradores coloniales británicos ni permitirá la interferencia de China en los asuntos internos del enclave que revierte a Pekín dentro de cinco años. El primer aviso es de fácil y aconsejable cumplimiento, pero la segunda prevención parece más retórica que aplicable. China interviene Hong Kong desde hace años y es previsible que aún lo hará más en el último lustro de ocupación.

Patten toma el relevo de lord David Wilson en un momento de creciente tensión entre China, el Reino Unido y los movimientos por la democracia de la colonia habitada por seis millones de personas, en un 90% de origen chino. Wilson, acusado de entreguista por quienes defendieron una postura de fuerza para arrancar mayores concesiones de Pekín, se despidió de la meca del capitalismo aconsejando a su sucesor una "enorme dosis de paciencia" en la relación con los chinos. También despertó a los soñadores: nunca hubo una opción independentista.Patten, de 48 años, ex presidente del Partido Conservador y estrecho colaborador del primer ministro John Major, toma el testigo tras haber perdido su escaño parlamentario en las últimas elecciones. Su misión es arriar pacíficamente la bandera izada en 1841 por los corsarios británicos y asegurar en la retirada la máxima rentabilidad de los intereses políticos y económicos del Reino Unido y sus socios. Uno de ellos es la financiación del nuevo aeropuerto: 22.000 millones de dólares, cuyo desembolso rechaza el Gobierno chino por considerar que debilitará las arcas de la colonia.

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