CAMBIOS EN EL GOBIERNO

Dos ministros para un despacho vacío

CH. N., "Buenos días, ministro", "enhorabuena", saludan los funcionarios. "Todavía no.... gracias". Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo titular de Educación y Ciencia, responde nervioso, como si le hubieran pillado in fraganti. Ha entrado por la puerta trasera del edificio para pasar lo más desapercibido posible y se topa con la periodista en un pasillo. "No, declaraciones, no. Vaya lío, estoy abrumado", confiesa. Alfredo Pérez Rubalcaba tomará hoy posesión del cargo en el palacio de la Zarzuela.

Son las 11 de la mañana. El nuevo ministro viene, sin cartera, de una reunión en e...

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CH. N., "Buenos días, ministro", "enhorabuena", saludan los funcionarios. "Todavía no.... gracias". Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo titular de Educación y Ciencia, responde nervioso, como si le hubieran pillado in fraganti. Ha entrado por la puerta trasera del edificio para pasar lo más desapercibido posible y se topa con la periodista en un pasillo. "No, declaraciones, no. Vaya lío, estoy abrumado", confiesa. Alfredo Pérez Rubalcaba tomará hoy posesión del cargo en el palacio de la Zarzuela.

Son las 11 de la mañana. El nuevo ministro viene, sin cartera, de una reunión en el Consejo Superior de Deportes. Se dirige a su despacho de secretario de Estado. Mientras, en el gabinete de prensa ordenan las solicitudes de entrevista, una veintena.

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"Eso de que tenemos nuevo jefe no es para tanto, porque le conocemos todos", comentan en la cafetería. Los funcionarios desayunan como cualquier otro día: el ministro es siempre un interino. Además, Pérez Rubalcaba es nuevo titular, pero viejo conocido en Alcalá, 34. Lleva diez años en los despachos de una casa que ayer tenía dos ministros aunque ninguno ejercía, a falta de juramento. Javier Solana, nuevo responsable de Asuntos Exteriores, estaba en Sevilla y el relevo Rubalcaba seguía en su despacho de la tercera planta. El aposento noble de la segunda pasó la mañana vacío.

Enhorabuenas aparte, en el MEC se hacen quinielas sobre los altos cargos que Solana podría llevarse al palacio de Santa Cruz. Son apuestas tranquilas: soplan vientos de continuidad. A fin de cuentas, Pérez Rubalcaba sube en el escalafón bajando una planta, hasta el despacho en el que colaboró con José María Maravall y Javier Solana.

El mismo aire se respira en la larga cola del servicio de información. Alberto Fernández aguarda en la fila para preguntar sobre el concurso de traslados. "La cola es la misma de siempre", dice con resignación. Julia Leria, 24 años vendiendo prensa frente al Ministerio, cree que corren tiempos distintos: "Cuando Franco cambiaba los ministros se vendían más periódicos que en las crisis de ahora", puntualiza.

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