París y Washington avivan sus viejas querellas

Tras el breve idilio de la participación conjunta en la guerra del Golfo, las viejas querellas de franceses y norteamericanos han vuelto a envenenarse. Francia, afirmaba a finales del pasado mayo William Drozdiak en The Washington Post, es "el aliado más incómodo de Estados Unidos". Estados Unidos acusa a Francia de intentar deshacerse de la hegemonía política y militar norteamericana en el Viejo Continente.

Citando fuentes próximas a George Bush, Drozdiak informaba que la Casa Blanca está convencida de que los enfrentamientos entre París y Washington respecto al futuro de la OTAN, la c...

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Tras el breve idilio de la participación conjunta en la guerra del Golfo, las viejas querellas de franceses y norteamericanos han vuelto a envenenarse. Francia, afirmaba a finales del pasado mayo William Drozdiak en The Washington Post, es "el aliado más incómodo de Estados Unidos". Estados Unidos acusa a Francia de intentar deshacerse de la hegemonía política y militar norteamericana en el Viejo Continente.

Citando fuentes próximas a George Bush, Drozdiak informaba que la Casa Blanca está convencida de que los enfrentamientos entre París y Washington respecto al futuro de la OTAN, la construcción europea y las negociaciones comerciales del GATT van a agravarse.La creación del Cuerpo de Ejército Europeo por parte de Mitterrand y el canciller alemán, Helmut Kohl, ha sido incluso interpretada en Washington como "una provocación". En su última visita a Washington, Roland Dumas, ministro de Exteriores francés, se enfrentó hasta tal punto con el secretario de Estado, James Baker que éste le espetó: "¿Están ustedes en contra o a favor nuestro?".

En París, los ánimos también están excitados. El final de la guerra fría, se afirma en el Elíseo y en el Quai d'Orsay, ha exacerbado la "arrogancia norteamericana". "Estados Unidos se ha arrogado el derecho de imponer unilateralmente sus puntos de vista en todo el mundo y sobre todos los temas, desde la política europea de apoyo a la soja hasta la cumbre sobre medio ambiente de Río, pasando por la seguridad colectiva", recalca un consejero de Mitterrand.

Es una opinión compartida por casi toda la clase política e intelectual francesa. "La América orgullosa, la que triunfó en las arenas del desierto, parece reclamar que se la mire como la potencia de las potencias, exenta de seguir las reglas de juego comunes", decía Le Monde en su editorial del pasado viernes.

En este marco, un grupo de generales y diplomáticos franceses acaba de reabrir la polémica sobre el posible regreso de su país al mando militar integrado de la OTAN, organismo que, por decisión de Charles de Gaulle, abandonó en julio de 1966, al considerarlo demasiado dominado por Estados Unidos.

En un informe dirigido a las principales personalidades políticas y militares de la república, ese grupo, denominado Renovación Defensa, y que incluye a Guy Méry, ex jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, defiende el regreso de Francia a las instancias militares de la Alianza. "si queremos ejercer una influencia a nivel europeo y atlántico", dice el informe, "tenemos que decidirnos a jugar a fondo y recuperar nuestro asiento en las instancias de la Alianza que discuten las cosas importantes: el comité militar, el comité de planes de defensa y su anexo, el comité de planes nucleares". Al tener un pie dentro de la OTAN y otro fuera, Francia, añade el grupo, acumula las desventajas de ambas situaciones.

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Cambio de posición

Esta propuesta rompe con el viejo binomio guallista de integración política e independencia militar. Aunque todavía minoritaria, esa posición se abre camino en Francia desde la cumbre de la OTAN celebrada en Roma el pasado noviembre. En aquellas fechas, Pierre Joxe dijo: "Si no se presta atención, yo puedo convertirme en el único ministro de Defensa de Europa que no participe en las reuniones de la Alianza. Acudirá, por ejemplo, el mariscal ruso Sháposhnikov, pero no el ministro francés. Será una, situación curiosa".Esas declaraciones no gustaron nada a Dumas, que solicitó el arbitraje de Mitterrand. El presidente tomó el partido del titular de Exteriores frente al de Defensa y reiteró que el regreso a las estructuras militares de la OTAN "no es una cuestión de actualidad". En este asunto, Mitterrand sigue pensando como De Gaulle. El presidente prefiere concentrar sus esfuerzos en dotar de contenido la identidad europea de defensa proclamada en Maastricht, aunque Washington pueda interpretarlo como una amenaza a su tutela sobre la seguridad europea.

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