Juicio en Viena al líder neonazi Gerd Honsik

"Las cámaras de gas existieron sólo para despiojar a los judíos, porque había una epidemia en Alemania", aseguró con toda tranquilidad el nazi Gerd Honsik, de 51 años, en su monólogo de tres horas al iniciarse el lunes en Viena un juicio en su contra. El revisionista Honsik, líder de los neonazis europeos, que niega la existencia de las cámaras de gas y el exterminio de judíos, gitanos y homosexuales en campos de concentración durante la II Guerra Mundial, se enfrenta ahora a un proceso, acusado de "reactivar la ideología nacionalsocialista".

Honsik, ex portero de hotel y dir...

"Las cámaras de gas existieron sólo para despiojar a los judíos, porque había una epidemia en Alemania", aseguró con toda tranquilidad el nazi Gerd Honsik, de 51 años, en su monólogo de tres horas al iniciarse el lunes en Viena un juicio en su contra. El revisionista Honsik, líder de los neonazis europeos, que niega la existencia de las cámaras de gas y el exterminio de judíos, gitanos y homosexuales en campos de concentración durante la II Guerra Mundial, se enfrenta ahora a un proceso, acusado de "reactivar la ideología nacionalsocialista".

Honsik, ex portero de hotel y director de la publicación nazi Halt (30.000 ejemplares), que según el Ministerio del Interior austriaco se imprime y se distribuye desde Barcelona, siguió su irritante discurso en la pequeña sala de la Corte de Viena, abarrotada de público: "Las cámaras de gas son propaganda norteamericana".

El acusado, con su bigotillo negro bien atusado, teatraliza su "oficio de historiador" buscando documentos entre sus actas. Niega también la existencia de crematorios en los campos de concentración diciendo que "es técnicamente imposible que tantos judíos hayan sido quemados, porque estarían ardiendo hasta hoy". "Un cadáver no es combustible, y su efecto es como el de un balde de agua sobre una plancha hirviendo", comenta cínicamente.

Simon Wiesenthal, de 84 años, que ha dedicado toda su vida a buscar nazis para llevarlos ante la justicia, afirma que "Ios supervivientes del holocausto tienen el derecho a que su martirio no sea ridiculizado". "En Alemania ya habría sido condenado, esto puede pasar sólo en Austria", dice.

Honsik, sobrepasando los límites de la tolerancia, dijo que "en Dachau había una barraca con cocina donde se podía conseguir desde betún para limpiar zapatos hasta embutidos, frutas y chocolate". Caracterizó también la "amabilidad" del jefe de la cantina, que les preguntaba a los internos: "¿Qué quiere comer usted hoy?".

El juez Walter Stockhammer pidió como prueba para el juicio un estudio sobre "el exterminio de personas [por gas] y existencia de cámaras de gas en Auschwitz", tarea a cargo del historiador Gerhard Jagschitz. Jagschitz, investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de Viena, que se ha dedicado al tema durante años y viajó a Auschwitz y Moscú, entregará hoy los resultados de su investigación.

Que un historiador de la categoría de Jagschitz haya aceptado el trabajo de comprobar la existencia de las cámaras de gas se debe quizá a la oportunidad única que vio Jagschitz de tener acceso a archivos de países del bloque socialista, que contienen documentos inéditos y aún no revelados sobre los campos de exterminio nazis.

El campo de concentración de Mauthausen es mantenido por el Gobierno, con fines didácticos, como un testimonio del horror, donde se conservan intactos el crematorio y las cámaras de gas. Primeramente, a los internos se les sometía a trabajos forzados en la cantera de piedra, donde sin comer y dormir cargaban las rocas hacia arriba y abajo por la escalera de la muerte. Los que no morían cayendo al vacío eran enviados a las duchas o cámaras de gas, donde encontraban un fin lento y doloroso como se comprobó hace días a través de la televisión norteamericana con la muerte de Robert Altman Harris.