La separación de los duques de York reabre el debate sobre la monarquía británica

La separación y probable divorcio de Andrew y Sarah, duques. York, ha causado irritación en el palacio de Buckingham. La oportunidad del anuncio, en plena campaña electoral, que Isabel II ha lamentado en términos muy duros, agrava el problema de fondo: la inestabilidad personal de la joven generación la familia Windsor, supuesto modelo para todos los británicos. La polémica sobre el futuro a monarquía tras Isabel II ha dado reabierta.El periódico The Times publicó ayer un editorial en el que afirmaba que esta nueva crisis no debe dañar al conjunto de la monarquía: "Si ha sobrevivido co...

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La separación y probable divorcio de Andrew y Sarah, duques. York, ha causado irritación en el palacio de Buckingham. La oportunidad del anuncio, en plena campaña electoral, que Isabel II ha lamentado en términos muy duros, agrava el problema de fondo: la inestabilidad personal de la joven generación la familia Windsor, supuesto modelo para todos los británicos. La polémica sobre el futuro a monarquía tras Isabel II ha dado reabierta.El periódico The Times publicó ayer un editorial en el que afirmaba que esta nueva crisis no debe dañar al conjunto de la monarquía: "Si ha sobrevivido con la arcaica práctica de negar a las hijas los derechos de sucesión que tienen sus hermanos, podrá soportar sin duda una nueva ruptura matrimonial".

Esta crisis, sin embargo, es mucho más grave que las anteriores de las princesas Margarita y Ana. El duque de York es cuarto en la línea de sucesión al trono, y se convertiría en regente hasta la mayoría de edad de los hijos del hoy príncipe de Gales, si éste no pudiera ser rey o renunciara a serlo. Carlos y Diana, cuya relación personal es casi inexistente, están ahora en el centro de todas las miradas. Se considera imposible que una persona divorciada pueda acceder actualmente al trono británico, dada la condición de jefe de la Iglesia anglicana que ostenta el monarca, paradójicamente porque un rey, Enrique VIII, decidió hace cinco siglos divorciarse sin interferencias del Vaticano.

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