LOS SOCIALISTAS CAPEAN EL TEMPORAL

Solchaga se aproxima a la direccion del PSOE y Guerra busca un hueco en la vida pública

El esfuerzo del ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, por mejorar las relaciones con la Comisión Ejecutiva del PSOE y el intento de Alfonso Guerra por buscar legitimación más allá de las fronteras de su partido son las primeras consecuencias que se desprenden del cierre de filas entre las corrientes socialistas -formulado el 5 de febrero en la reunión entre Felipe González, Alfonso Guerra y Txiki Benegas- tras la proliferación de escándalos financieros.

Todas las familias socialistas se han visto salpicadas por los escándalos -El llamado clan de Chamartín con el de Re...

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El esfuerzo del ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, por mejorar las relaciones con la Comisión Ejecutiva del PSOE y el intento de Alfonso Guerra por buscar legitimación más allá de las fronteras de su partido son las primeras consecuencias que se desprenden del cierre de filas entre las corrientes socialistas -formulado el 5 de febrero en la reunión entre Felipe González, Alfonso Guerra y Txiki Benegas- tras la proliferación de escándalos financieros.

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Todas las familias socialistas se han visto salpicadas por los escándalos -El llamado clan de Chamartín con el de Renfe, el aparato del partido con Filesa y el caso Ibercorp ha tocado a los amigos de Solchaga- y se han agrupado detrás del discurso del presidente del Gobierno, Felipe González, según el cual la corrupción no es generalizada, sino limitada a algunas personas.González se encuentra muy enfadado por el clima de escándalo y la imagen de corrupción que España está ofreciendo al exterior y su estado de ánimo ha pasado del cansancio a la irritación. El pasado lunes, en la reunión de la Ejecutiva del PSOE, en tono irritado, sacó una carpeta y distribuyó entre los asistentes fotocopias de la entrevista que había concedido a un diario portugués. González negó tajantemente que hubiera dicho que tenía previsto irse del Gobierno en 1995 y añadió que no iba a referirse a otros comentarios que no se le atribuían directamente, en alusión a la información del semanario El Siglo, según la cual abandonaría el Gobierno en unos meses para dar paso a Narcis Serra.

La opinión generalizada en la Comisión Ejecutiva socialista y en sus ámbitos más próximos en el Gobierno es que González "tiene ganas de pelea y no se va a ir". Tampoco se conocen planes de sucesión. El mismo comentario le hizo pocas semanas antes al presidente de la Comunidad de Murcia, Carlos Collado, en una entrevista en la Moncloa. "Gobernar es resistir", le dijo González. Éste fija sus iras políticas en el Partido Popular (PP), "esa gente que rompe cualquier regla de juego", según comentó a Narcís Serra, tras la reunión de la Ejecutiva socialista del lunes.

Esta sensación no es contradictoria con manifestaciones de desaliento de Felipe González en tiempos aún recientes. Poco antes de Navidades, durante el viaje de la representación parlamentaria española a la URSS, Txiki Benegas manifestó su preocupación a algunos de sus compañeros de viaje porque Felipe González "volvía a las andadas" de manifestar su cansancio por los ya nueve años de presidencia.

El escándalo de Ibercorp -que ha afectado a algunos amigos del ministro de Economía, Carlos Solchaga, como el propio gobernador del Banco de España, Mariano Rubio- ha contribuido a su acercamiento al PSOE para buscar abrigo del temporal. Desde hace algunos meses, Solchaga -que sigue admitiendo sus importantes diferencias con Guerra- cuidaba las relaciones con el partido en sus manifestaciones públicas.

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Relaciones con Benegas

Pero ha dado más pasos. Ha reanudado con fuerza sus relaciones con Txiki Benegas a los nueve meses del conflicto de la motorola -la difusión de una conversación privada en la que Benegas criticó a Solchaga- y mantiene unas relaciones muy fluidas con el responsable del área econórrilca del PSOE, Francisco Fernández Marugán. A ambos se les podía ver, amigablemente, del brazo, el jueves, en el Congreso.

El acercamiento de Solchaga al PSOE también viene justificado por la necesidad de respaldo ante el plan de convergencia con Europa que planea y que se traducirá en un duro ajuste, que puede acarrear una confrontación con los sindicatos. Otra muestra del mejor clima de relaciones lo ha manifestado el propio gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, quien no ha ocultado su reconocimiento a la dirección del PSOE por el apoyo recibido en su comparecencia parlamentaria la pasada semana.

En este nuevo clima, Alfonso Guerra, que busca la legitimación con ahínco se siente más fuerte. El secretario de Organización del PSOE, Txiki Benegas, trata de sacarle del gueto del mitin partidista y ha intentado que participe en las negociaciones con los partidos del pacto autonómico.

González y Guerra

Sus relaciones con González también han mejorado, aunque mantienen diferencias sobre la composición del Tribunal Constitucional. Guerra defiende la presencia de un hombre próximo al PSOE como Pedro de Vega mientras González prefiere una personalidad independiente.

La actitud más relajada de Guerra "está facilitando las relaciones entre el Gobierno y el partido", se afirma desde la Moncloa. Durante la cena celebrada el martes en el Círculo Catalán en Madrid en apoyo a Ralmon Obiols, candidato del PSC a la Generalitat catalana, Abel Caballero -miembro de la Ejecutiva y hombre de confianza de Guerra- se destapó en alabanzas a Narcís Serra. Éste, además de hablar a diario con Felipe González, suple su ausencia de las reuniones de la Ejecutiva del PSOE con un contacto muy fluido con sus dirigentes. "No sólo se reúne semanalmente con Benegas y Martín Toval sino que tira mucho de teléfono", se asegura desde la Moncloa.

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