La presidencia holandesa quiere aparcar la cohesión y la política social hasta la cumbre de Maastricht

La presidencia holandesa de la CE actuó ayer como Pilatos. Del cónclave extraordinario de ministros de Asuntos Exteriores que se celebra en Bruselas para preparar la cumbre de Maastricht hurtó la discusión de la cohesión y la política social, dos de los temas claves para el acuerdo sobre unión política. "Nosotros vamos a plantear que se incluya la cohesión, aunque no tengamos éxito", manifestó el secretario de Estado Carlos Westendorp.

Desde que el lunes negro, el pasado 30 de septiembre, su proyecto de tratado de unión política fue rechazado sin matices por los Doce, Holanda pre...

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La presidencia holandesa de la CE actuó ayer como Pilatos. Del cónclave extraordinario de ministros de Asuntos Exteriores que se celebra en Bruselas para preparar la cumbre de Maastricht hurtó la discusión de la cohesión y la política social, dos de los temas claves para el acuerdo sobre unión política. "Nosotros vamos a plantear que se incluya la cohesión, aunque no tengamos éxito", manifestó el secretario de Estado Carlos Westendorp.

Desde que el lunes negro, el pasado 30 de septiembre, su proyecto de tratado de unión política fue rechazado sin matices por los Doce, Holanda preside la CE sin dejar de lavarse las manos. No es sólo que se sienta desautorizada por el resto. En el seno del propio Gobierno, las diferencias de criterio sobre la unión política son tan decisivas que a los holandeses les resulta casi imposible ejercer su labor de propiciar acuerdos. El rosario de críticas entre las delegaciones se resume en que "ésta es la peor presidencia que se recuerda". El cónclave extraordinario que concluirá hoy corre el mismo peligro que el celebrado en Noordwijk los pasados 12 y 13 de noviembre. Las discusiones sobre política exterior y de seguridad común continúan varadas en si habrá vinculación orgánica de la UEO como futuro brazo armado de la Comunidad y en la decisión por mayoría cualificada de ocho países de una acción exterior común. La única vía de progreso es una definición absolutamente restrictiva, que la cumbre podría elegir como alternativa a la unanimidad que exige el Reino Unido. Como ejemplo extremo de cómo se deforma este reforzamiento del papel exterior de la CE, está la tesis del ministro portugués Joáo de Deus Pinheiro, alineado en este punto con los británicos, para quien "el envío de tropas de paz a Yugoslavia se decidiría por unanimidad, y la retirada, por mayoría".

"La presidencia quiere limpiar problemillas", afirmó un diplomático español. Y en esa labor de sacar de la cumbre la letra pequeña entran temas como la declaración aneja que pide Irlanda para garantizar que la CE jamás pueda legislar en materia de aborto. Los avances se producen en ciertos temas institucionales, pero el progreso se paraliza en el alcance de la codecisión o las materias en las que el Parlamento Europeo tendrá poder colegislativo.

El objetivo federal

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El presidente de la Eurocámara, Enrique Barón, volvió ayer a arremeter contra la perdida ambición de los Doce. Incluso, frente al abandono más que probable del "objetivo federal" de la Unión como moneda de pago a los británicios, pidió "mantener el debate en términos dignos y no rebajarlos a la vulgaridad y el mal gusto". Barón protesta por el uso de la expresión f word en la prensa británica en referencia a la "palabra federal", pero en alusión tabernaria al término fuck (joder).

España mantuvo su oposición a que los temas decisivos de la protección del medio ambiente sean decididos por mayoría, sin poder ejercer el veto. El hecho más llamativo, sin embargo, es que,la presidencia no incluyera en la agenda del debate ni la política social ni la cohesión. Sobre este último tema, el Gobierno continuará los contactos bilaterales hasta el último minuto previo a la cumbre.

Pero "la verdadera ecuación imposible es la política social", afirmaron fuentes comunitarias. La oposición británica parece irreductible. En este punto España acepta la mayoría cualificada, pero exige la unanimidad para cualquier regulación comunitaria en materia de salarios. Además, lo referente a Seguridad Social y protección de los trabajadores, según España, debe quedar fuera del tratado.

Por otra parte, el primer ministro holandés, Ruud Lubbers, declaró que en Maastricht los Doce intentarán "alcanzar un acuerdo político que contemple la ampliación de la Comunidad como algo más que un gran mercado". "Los tratados de unión política y unión económica y monetaria que debemos firmar tienen que mejorar las relaciones entre el aspecto político de la CE y su parte mercantil; existe una voluntad política clara para ello", agregó Lubbers.

El jefe de Gobierno holandés declaró que la unión económica no debe lastrar o borrar la importancia de la unión política, y que ambas han sido diseñadas para reforzar el proceso de integración comunitario, informa Isabel Ferrer desde Amsterdam.

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