Cartas al director

Multar o perseguir a un drogadicto

Como miembro activo de la ya antigua Asociación Catalana de Información y Ayuda al Toxicómano (Associat), con sede en Barcelona (Ronda Universidad, 20) debo manifestar que la drogadicción masiva actual es fruto de la sociedad de consumo que nos toca vivir, la cual en aras del inhumano y egoísta negocio no tiene escrúpulo alguno, caiga quien caiga; la Administración, por falta de sentido de visión futurista y responsabilidad, va a remolque de los acontecimientos, intentando como siempre curar, en vez de prevenir, cuando el mal ya se ha apoderado y hecho estragos, pese a las llamadas de atención...

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Como miembro activo de la ya antigua Asociación Catalana de Información y Ayuda al Toxicómano (Associat), con sede en Barcelona (Ronda Universidad, 20) debo manifestar que la drogadicción masiva actual es fruto de la sociedad de consumo que nos toca vivir, la cual en aras del inhumano y egoísta negocio no tiene escrúpulo alguno, caiga quien caiga; la Administración, por falta de sentido de visión futurista y responsabilidad, va a remolque de los acontecimientos, intentando como siempre curar, en vez de prevenir, cuando el mal ya se ha apoderado y hecho estragos, pese a las llamadas de atención, de urgencia, de las asociaciones pioneras voluntarias de ayuda; intentando ahora paliar multándoles o persiguiéndoles, en vez de actuar con máxima responsabilidad y trato humano pensando en el futuro de nuestra juventud.Es de toda evidencia que, para poder terminar con esta epidemia, hay que dirigir la lucha, coordinada y a escala internacional, sin contemplaciones y con la máxima urgencia, contra el gran y mediano traficante, ya que el pequeño lo forman los mismos drogadictos, por su hábito de necesidad.

No olvidemos que el tráfico y consumo de drogas es el mayor terrorismo existente en el mundo, produciendo millones de víctimas, sin ruido ni espectacularidad alguna, a lo que la Administración no sólo es insensible, sino que se da el caso bochornoso de cuando cae algún traficante se le da toda clase de facilidades, desde poder esconder su rostro hasta salir en libertad mediante fianza.

La Administración tiene la obligación, ineludible, de promocionar leyes y normas de obligado cumplimiento que den a la juventud caminos de sano futurismo, que no sean drogas y discotecas (promotoras de las mismas).

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Creo de suma necesidad la implantación obligada en las escuelas de la asignatura de Educación Cívica (ética es otra cosa) para poder tratar temas de sana convivencia.-

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