Cartas al director

El horror y los niños

Cuando leo noticias como la aparecida en su/ nuestro periódico del- 14 de noviembre, descubro que mi capacidad de asombro y mi sensibilidad no están tan limitadas como siempre había creído. Y es que es demasiado para tan poco tiempo.No hace mucho todavía que desde EL PAÍS nos llegaba la noticia del hallazgo de fosas comunes en Perú, llenas de niñas y niños menores de 18 años utilizados como esclavos en los lavaderos de oro. Por otra parte, en Brasil caen tiroteados cada año por pistoleros a sueldo (se supone que pagados por los comerciantes del país) varios centenares de menores de 18 años. Es...

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Cuando leo noticias como la aparecida en su/ nuestro periódico del- 14 de noviembre, descubro que mi capacidad de asombro y mi sensibilidad no están tan limitadas como siempre había creído. Y es que es demasiado para tan poco tiempo.No hace mucho todavía que desde EL PAÍS nos llegaba la noticia del hallazgo de fosas comunes en Perú, llenas de niñas y niños menores de 18 años utilizados como esclavos en los lavaderos de oro. Por otra parte, en Brasil caen tiroteados cada año por pistoleros a sueldo (se supone que pagados por los comerciantes del país) varios centenares de menores de 18 años. Es su forma particular de acabar con la delincuencia a la que estos menores son arrastrados, dada la miseria existente.

En Colombia, los niños y niñas tampoco están más protegidos; el narcotráfico (principal fuente de ingresos de la población) y la rivalidad entre clanes los hace presa de fácil uso y deshecho. Ésos y los llamados gamines, vagabundos y mendigos en plena infancia, ya no suelen merecer más de dos líneas en la crónica de sucesos de la prensa colombiana.

En Tailandia han sido hallados 31 niños y niñas, cuya media de edad era de 13 años, obligados a trabajar en una fábrica de papel, sin salario, apaleados y en condiciones que cabe esperar.

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En España, por hablar de Europa, los niños y niñas son víctimas constantes de los atentados terroristas, sea de forma directa o indirecta (según lo entienda cada uno); son obligados a mendigar por sus progenitores (aquí no se puede hablar de padres); vendidos por proxenetas; empleados (cuando son mayores de 16 años) en precario, que es igualmente una seudoexplotación; abandonados en portales con horas de vida, a la espera de que alguien sienta la curiosidad de abrir esa bolsa de basura que se mueve y deja escapar gemidos.

Los niños del mundo no se han salvado del horror en los albores del siglo XXI.-

Antonio Ernesto Guerrero Montemayor.

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