LOS REHENES DEL LÍBANO

Un mediador sobre arenas movedizas

Terry Waite creía que sólo su modo de hacer las cosas podía liberar a los rehenes

Terry Waite dijó, poco antes de ser tragado por el submundo de los fanáticos políticos y religiosos de Orienté Próximo, que tratar con secuestradores es como andar sobre arenas movedizas". El sutil como -sutil como corresponde a un diplomático aficionado ya un prominente consejero de la Iglesia de Inglaterra, que ambas cosas es Waite- hace posible que, al cabo de casi cinco años de inmersión en tales arenas, le sea posible ahora emerger al mundo de los vivos.

Waite sabía de qué hablaba -no en vano intervino en la liberación de una decena de rehenes y pasaba por ser el mediador de má...

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Terry Waite dijó, poco antes de ser tragado por el submundo de los fanáticos políticos y religiosos de Orienté Próximo, que tratar con secuestradores es como andar sobre arenas movedizas". El sutil como -sutil como corresponde a un diplomático aficionado ya un prominente consejero de la Iglesia de Inglaterra, que ambas cosas es Waite- hace posible que, al cabo de casi cinco años de inmersión en tales arenas, le sea posible ahora emerger al mundo de los vivos.

Waite sabía de qué hablaba -no en vano intervino en la liberación de una decena de rehenes y pasaba por ser el mediador de más éxito de los que se la habían jugado en aquellas arenas- y por eso también dijo en otra oportunidad que sus inmersiones en el Beirut de la guerra civil y las banderías sin disciplina era "un asunto muy peligroso".A Waite, que empezó su labor mediadora con el nacimiento de la pasada década, se le aplicaron toda clase de etiquetas en los seis años en que estuvo yendo y viniendo entre la presunta transparencia de Occidente (Londres y Washington) y el laberinto árabe (Libia y Líbano), desde El Kissinger anglicano a el misionero imposible, pasando por el boy scout que habla con terroristas y el cristiano en la jaula de los leones. Alí Akbar Molitashemi -una de las fuerzas iraníes que contribuyó a fundar al radical Hezbollah (Partido de Dios), defensor de los secuestradores libaneses- tenia una visión de él en la que puede que se hallen los motivos que impulsaron a su secuestro. "Es un conocido espía que ha trabajado para la CIA durante 25 años", sentenció el ex embajador y ex ministro iraní. En su día se dijo que Waite fue capturado por integristas afectos a Teherán que le descubrieron un microemisor escondido en su nutrida cabellera.

En Londres nunca se dio cre dibilidad a esta acusación, y el arzobispo de Canterbury, Ro bert Runcie, en cuyo nombre mediaba Waite, no hacia sino hablar de un hombre bueno y aguerrido cuya prisión dijo ser lo que más lamentaba en él momento en que decidió renunciar a la primacía de la Iglesia anglicana. Quienes conocieron a Waite en el ejercicio de su tarea media dora en Beirut dicen que le gustaba el dramatismo de sus misiones y que estaba convencido de que su modo de hacer las cosas celebro negociaciones mientras era el único para conseguir la libertad de los rehenes. "Normalmente me llevan en un coche a un edificio abandonado, en general por la noche", decía Waite al describir su labor negociadora. "Entro en el edifi cio a solas. Alguien se pone en contacto conmigo, me venda los ojos y me lleva a otro sitio donde celebro negociciaciones mientras alguien, a mi espalda, mantiene un arma cargada".

Terry Waite fue fotografiado por última vez bajo la protección de sus escoltas drusos el 20 de enero de 1987, antes de convecerles de que le dejaran acudir solo a una cita en la que presuntamente se iba a hablar de la libertad de los norteamericanos Terry Anderson y Thomas Sutherland. A partir de ahí, el silencio y, en varias ocasiones, noticias precipitadas sobre su muerte.

El hijo del modesto polícia provincial inglés podrá ahora contar sin ahorrar tintes dramáticos, y a sus 52 años, la más peligrosa peripecia de su vida a su mujer y a sus cuatro hijos.

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