Cartas al director

Bufonadas

De sencillamente vergonzosas podrían ser calificadas las declaraciones del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, efectuadas al diario EL PAÍS correspondiente al pasado 26 de octubre, mas no dejan de parecer simples bufonadas de un hombre que, al parecer, ha cerrado los ojos a los años en los que, con un poco más de entusiasmo y un poco menos de barba, se dedicaba al incansable cultivo del saber.No es necesario señalar que tan ardua tarea cayó, sin lugar a dudas, en saco roto, pues en sus palabras, más que el perfume académico que debiera definirle, se resp...

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De sencillamente vergonzosas podrían ser calificadas las declaraciones del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, efectuadas al diario EL PAÍS correspondiente al pasado 26 de octubre, mas no dejan de parecer simples bufonadas de un hombre que, al parecer, ha cerrado los ojos a los años en los que, con un poco más de entusiasmo y un poco menos de barba, se dedicaba al incansable cultivo del saber.No es necesario señalar que tan ardua tarea cayó, sin lugar a dudas, en saco roto, pues en sus palabras, más que el perfume académico que debiera definirle, se respira el tufillo del profundo analfabetismo crónico del cacique de posguerra.

Tamaña generalidad en sus declaraciones y una indebida utilización de la lógica filosófica (unos gamberros provocan disturbios, son jóvenes; por tanto, todos los jóvenes son gamberros) no sólo representa un ataque directo a la juventud extremeña, y en particular al sector estudiantil, sino que ofenden gravemente la Constitución, que, según versa en su artículo 14, "todos los españoles son iguales ante la ley... ".

Muy señor nuestro: no olvide que ya se le adelantó alguien al afirmar que el trabajo ennoblece a la persona y que todos y cada uno de ellos son igualmente dignos, así se trate de maestros, labradores, juristas, carniceros o picapedreros, por lo que le rogamos que no destroce siglas de eficacia sobradamente demostrada con elucubraciones moralistas que no vienen al caso, y recuerde que hasta el más servil de los lacayos tenía su fiesta de pueblo

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María Gallardo Caballero y 11 firmas más.

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