Tribuna:

Cumbre

Mientras nuestros belicistas aprovechan la cumbre de Madrid para justificar la guerra del Golfo pasando por encima de las decenas de miles de muertos iraquíes, kurdos incluidos, los comentaristas norteamericanos parecen mejor enterados de qué va la cosa: Israel no piensa detener la política de asentamientos, pero esos asentamientos son imposibles si Estados Unidos no suelta la pasta. Es decir, Estados Unidos es tan determinante en la actitud de Israel ahora como antes de la guerra del Golfo, y el papel de la URSS es el de estrella invitada del lobby nuclear, antes o después de la guerra...

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Mientras nuestros belicistas aprovechan la cumbre de Madrid para justificar la guerra del Golfo pasando por encima de las decenas de miles de muertos iraquíes, kurdos incluidos, los comentaristas norteamericanos parecen mejor enterados de qué va la cosa: Israel no piensa detener la política de asentamientos, pero esos asentamientos son imposibles si Estados Unidos no suelta la pasta. Es decir, Estados Unidos es tan determinante en la actitud de Israel ahora como antes de la guerra del Golfo, y el papel de la URSS es el de estrella invitada del lobby nuclear, antes o después de la guerra del Golfo.Estados Unidos ha trabajado desesperadamente para conseguir esta cumbre, condición precisa para demostrar una hegemonía política después de haber pulverizado y enterrado en el desierto al "cuarto Ejército del mundo", argumento cuantitativo, ¿o sería cualitativo?, que nuestros belicistas utilizaron para sumarse a la nueva cruzada. En cuanto a la superación del aislacionismo negativo de nuestra política exterior, nos lo hemos ganado a pulso, pero no sólo cargando bombas para matar moros, sino también practicando un desarme industrial y agrícola a calzón quitado para que nos hicieran un huequecillo en el Norte, huequecillo como colectivo, huecazo para figuras singulares del nuevo orden económico español pertenecientes a la nueva clase fiel y ascendente que todo nuevo poder necesita reunir.

En cuanto al discurso introductor de Felipe González, reunió a partes iguales belleza y falsedad histórica. ¿Podíamos presumir de tolerancia en presencia de descendientes de los judíos expulsados en 1492 y de los moriscos condenados a la diáspora unas décadas después? ¿Qué historiador redactó el discurso? ¿Algún miembro del nuevo orden histórico internacional?

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