Entrevista:

"La Tierra es un pastel de sistemas vivos y ya solo queda un pequeño trozo"

Bellamy, de 58 años, promotor de la Conservation Foundation y de otras muchas iniciativas de éxito, va por el mundo como un profeta, anunciando males que podrían sonar a apocalípticos si no fuera por lo groseramente visibles que son. Al mismo tiempo, como es congénitamente optimista, si gasta la mitad de su energía en denunciar los peligros, emplea la otra mitad en demostrar que es posible reconducir nuestro mundo, al que define como "un gran pastel hecho de sistemas vivos -hoy más bien moribundos- del que sólo queda en pie un trozo".Su insistencia en dialogar con la industria le ha hecho anti...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Bellamy, de 58 años, promotor de la Conservation Foundation y de otras muchas iniciativas de éxito, va por el mundo como un profeta, anunciando males que podrían sonar a apocalípticos si no fuera por lo groseramente visibles que son. Al mismo tiempo, como es congénitamente optimista, si gasta la mitad de su energía en denunciar los peligros, emplea la otra mitad en demostrar que es posible reconducir nuestro mundo, al que define como "un gran pastel hecho de sistemas vivos -hoy más bien moribundos- del que sólo queda en pie un trozo".Su insistencia en dialogar con la industria le ha hecho antipático para un sector del movimiento verde, al que él, sin embargo, no descalifica. "El inovimiento verde es el que ha conseguido llamar la atención del gran público. Catástrofes como la de Chernóbil, en la URSS, no hubieran ocurrido si hubiera existido allí un movimiento ecologista", dice. No obstante, Bellamy afirma: "Lo que no apruebo son ciertas actitudes negativas, como la de que todos mienten, cuando se juzgan iniciativas industriales positivas". Porque "la gestión medioambiental que el mundo necesita desesperadamente sólo la puede realizar la gran industria".

Legislación de Baleares

"No me importa si lo hacen por los votos o por los beneficios, mientras lo que hagan sea positivo", dice cuando piensa en ciertos cambios de timón de las corporaciones o las empresas -y cita varias multinacionales agroquímicas y de cosméticos- "Y si es sólo propaganda, tarde o temprano se sabrá, pues el periodismo de investigación lo sacará a la luz".No ve las cosas más negras en España que en Australia, Argelia o Marruecos. "La legislación aprobada en Baleares es la mejor del mundo", asegura. "El retraso de 15 años que tiene en este campo en relación con sus socios europeos tiene su lado bueno: son 15 años para no cometer los mismos errores que nosotros". Bellamy hace mucho hincapié en la riqueza florística española, común al sur de Europa, y afirma que nada impide que la infraestructura turística, tras una "reconversión ecológica", quede en buen estado.

Cita como problemas graves el uso -y abuso- de yacimientos subterráneos de agua, por tanto, no reponibles, para el mantenimiento de ciudades e industrias, así como la acidificación del suelo causada por el monocultivo de pino y eucalipto, "Las especies propias de cada zona, tratadas adecuadamente, crecen también deprisa, y hay que pensar en el suelo y en el futuro".

Millonario 'verde'

Este hombretón impetuoso y pragmático vive con su mujer, también botánica, en el noroeste del Reino Unido. "Podría ser un millonario verde -que también los hay-, pero prefiero ganar dinero cuatro meses al año y el resto dedicarlo a acudir allí donde me llaman", dice.Tiene cinco hijos -tres mujeres y dos varones-, cuatro de ellos adoptados (Reino Unido, Caribe, Guyana y Cachemira). La casa donde viven, como descubrieron a su llegada, fue pionera en la fabricación del acero allá por el año 1400. "Es como una parábola: el símbolo de la revolución industrial y la degradación ambiental convertido ahora en nuestras manos en un trozo de naturaleza", concluye.

Archivado En