Vecinos de Pan Bendito crean una escuela de fútbol como arma contra la droga

Cristóbal -Cristopher, como a él le gusta llamarse "porque suena mejor"- tiene nueve años, el pelo revuelto y cara de travieso. Dos días a la semana, cuando llegan las cinco de la tarde, sale "pitando" de su casa, en uno de los bloques del barrio de Pan Bendito, y se dirige excitado al polideportivo. El es uno de los 220 chavales de 8 a 25 años apuntados en la escuela de fútbol creada en agosto por la asociación de vecinos para "alejar de la droga a niños y jóvenes".

Dos veces por semana, a media tarde, una pequeña comitiva de niños y monitores parte del local de la asociación de vecino...

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Cristóbal -Cristopher, como a él le gusta llamarse "porque suena mejor"- tiene nueve años, el pelo revuelto y cara de travieso. Dos días a la semana, cuando llegan las cinco de la tarde, sale "pitando" de su casa, en uno de los bloques del barrio de Pan Bendito, y se dirige excitado al polideportivo. El es uno de los 220 chavales de 8 a 25 años apuntados en la escuela de fútbol creada en agosto por la asociación de vecinos para "alejar de la droga a niños y jóvenes".

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Dos veces por semana, a media tarde, una pequeña comitiva de niños y monitores parte del local de la asociación de vecinos, en la plaza de Anozíbar, rumbo al polideportivo situado en la carretera de Carabanchel a Andalucía. Media hora después, cualquier paseante puede ver a los chavales entrenarse sudando la gota gorda en el campo de fútbol del recinto deportivo. Ellos son los 20 benjamines de la nueva Escuela de Fútbol de Pan Bendito. Se dice en el barrio que "de puro ilusionados acuden una hora antes a los entrenamientos".Angelines Angulo, vocal de la Asociación de Vecinos Guernica-Pan Bendito, explica que el objetivo no es crear una escuela de deportistas de élite. "Nuestra idea es que los chavales se ilusionen con el deporte y con las actividades en grupo y se alejen de las drogas y la delincuencia", asegura. Pan Bendito, un barrio de unos 6.500 habitantes situado al sur del distrito de Carabanchel, es tristemente conocido por cuestiones relacionadas con el tráfico de drogas, la delincuencia o el alto índice de absentismo escolar.

"Los problemas están ahí, y no podemos olvidarlos, pero queremos demostrar que con empeño y colaboración municipal se pueden ir mejorando las cosas, empezando por la prevención con los chavales más pequeños", añade Angulo. Esta ilusión es la que mueve a los 15 miembros de la junta directiva a utilizar sus horas libres en sacar adelante la escuela de fútbol, que quieren ampliar a otros deportes como el atletismo, el baloncesto, el tenis o el ciclismo. "Trabajamos por amor al fútbol", dicen con sorna.

Por el momento se han formado 12 equipos: uno de aficionados, dos de juveniles, dos de cadetes, dos de infantiles, dos de alevines y dos de benjamines. De ellos sólo los aficionados, los juveniles y uno de los equipos de cadetes están federados. Agunos de los jugadores ya habían formado parte de los equipos veteranos del barrio, como el Relámpago, con 28 años de histoira. Sólo hay un entrenador oficial, el resto son monitores voluntarios. los vecinos se encargan del mantenimiento del material, del cuidado del campo y del papeleo. la oficina permanece ubicada en la sede de la asociación vecinal. En ella se almacena el material y se organizan los horarios de entrenamientos.

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Cuatro millones de gastos

El presupuesto total del proyecto está evaluado en cuatro millones de pesetas. La asociación de vecinos ha adelantado un millón y espera conseguir el resto a través del área de Deportes del Ayuntamiento. "Al concejal de la Junta de Carabanchel Manuel Martínez Blanco le ha parecido bien la idea y dice que nos va a apoyar", aseguran."Pero además es necesario que nos vallen el polideportivo porque ahora entran muchos yonquis y, aunque no se meten con nadie, no es positivo que se piquen delante de los niños", explica Higinio Sánchez, Tano, encargado de las instalaciones. "También tenían que construir nuevos vestuarios porque los que hay resultan insuficientes para los jugadores mayores", añade.

Los benjamines concluyen su entrenamiento sudorosos e ilusionados con vestir la camisa blanca, calzón azul y medias blancas del equipo "y jugar de verdad". El entusiasmo de los pequeños futbolistas no conoce límites. Después de hora y media de carreras y flexiones continúan dando patadas a un balón por las calles del barrio.

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