La batalla de Wichita

Una ciudad de Kansas, escenario de la guerra del aborto en EE UU

Wichita, una ciudad del Estado de Kansas, lejos de las grandes áreas metropolitanas y enclavada en el corazón de la América profunda, se ha convertido en el ring de una polémica que separa a EE UU en dos bandos: el aborto. Desde hace un mes, centenares de personas bloquean el acceso a tres clínicas abortistas de Wichita.

La Operación Rescate, como se denomina a la campaña desatada en Wichita por grupos antiabortistas tanto católicos como protestantes, continuará hasta el próximo día 25, fecha en la que sus organizadores esperan concentrar a medio millón de manifestantes. Hasta ahora han...

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Wichita, una ciudad del Estado de Kansas, lejos de las grandes áreas metropolitanas y enclavada en el corazón de la América profunda, se ha convertido en el ring de una polémica que separa a EE UU en dos bandos: el aborto. Desde hace un mes, centenares de personas bloquean el acceso a tres clínicas abortistas de Wichita.

La Operación Rescate, como se denomina a la campaña desatada en Wichita por grupos antiabortistas tanto católicos como protestantes, continuará hasta el próximo día 25, fecha en la que sus organizadores esperan concentrar a medio millón de manifestantes. Hasta ahora han sido detenidas más de 2.000 personas por alteración del orden público y ya se ha producido la primera condena de cárcel de un activista provida por impedir el acceso a una clínica. Mientras, los grupos a favor del aborto reclaman que se respete el derecho a abortar, tal y como se especifica en la sentencia Roe versus Wade, ratificada por el Tribunal Supremo en 1973.El verano de Wichita, como seguramente pasará a la historia la concentración antiabortista de Kansas, ha sido comparada con las manifestaciones raciales de Little Rock (Arkansas) de 1957, cuando un gobernador se opuso a la aplicación de la ley que permitía la entrada de negros en las escuelas públicas.

En Wichita (310.000 habitantes) también ha salido a la superficie la intolerancia de quienes no aceptan que el aborto es legal. "Parar el holocausto americano", dice una de las organizadoras de la concentración, que cifra en 25 millones el número de abortos practicados en EE UU desde 1973. Otra manifestante declara que "no se trata de nada más que de una batalla entre dos concepciones completamente dispares y, por tanto, de una batalla absoluta. Nosotros tenemos la razón y ellos no, la Biblia dice no matarás y ellos [los abortistas] están matando".

Fetos de plástico

Durante las manifestaciones, que se prolongan a diario y que atraen a antiabortistas de todo el país, se muestran fetos de plástico cubiertos de sangre y gráficos de todo tipo que pretenden demostrar que la vida existe desde el mismo momento de la concepción. Una de las pancartas más utilizadas por los manifestantes es una en que se ve a un feto envuelto por una bandera americana en la que se lee: "Aborto, el holocausto americano".Las armas utilizadas por los que se declaran a favor del aborto y de la ley son igualmente gráficas, y el símbolo de una percha o colgador tachado con una cruz roja se ha convertido en su bandera. Las perchas de acero eran el instrumento utilizado por las mujeres de las zonas más pobres del país para provocarse abortos antes de que fuese legal.

Uno de los objetivos de la Operación Rescate, liderada por el predicador protestante Pat Mahoney, es la clínica del doctor George Tiller, uno de los pocos médicos norteamericanos que practican abortos en el tercer mes de la gestación en casos en los que el feto está dañado y deformado. "Estamos hablando de casos en los que los bebés van a nacer sin cerebro, sin hígado o sin extremidades, no estamos hablando de asesinatos, como dicen todos estos fanáticos que hay en la calle", explica Peggy Jarman, una portavoz de Tiller.

Tiller y los que se declaran a favor del aborto están recibiendo amenazas de muerte al estilo Ku Klux Klan. El juez local ha ordenado a la policía mantener abierto el paso a las clínicas, pero estos días ninguna mujer que desea abortar se acerca a Wichita. El departamento de Justicia quiere revocar esa orden, alegando que el juez local no tiene jurisdicción. Pero las decisiones del juez local no pararán a los manifestantes. Muchos de ellos, como David Spear, han conducido más de 2.000 kilómetros porque creen que "Dios y el Espíritu Santo me dicen que tengo que estar en Wichita".

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