Editorial:

El error de Cresson

EL GOBIERNO francés cometió el 20 de junio una violación grosera del derecho de asilo al expulsar a Gabón al escritor marroquí Abelmumen Diuri, opositor del rey Hassan II y sobre cuya fortuna está a punto de publicar un libro. La expulsión ha sido declarada ¡legal por un tribunal de París, y el retorno de Diuri a la capital francesa es esperado de un momento a otro. Pero este paso en falso del Gobierno francés -además de su gravedad en sí- refleja una tendencia inquietante en la política de Edith Cresson de abandono de los principios solidarios con los extranjeros residentes en Francia. Princi...

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EL GOBIERNO francés cometió el 20 de junio una violación grosera del derecho de asilo al expulsar a Gabón al escritor marroquí Abelmumen Diuri, opositor del rey Hassan II y sobre cuya fortuna está a punto de publicar un libro. La expulsión ha sido declarada ¡legal por un tribunal de París, y el retorno de Diuri a la capital francesa es esperado de un momento a otro. Pero este paso en falso del Gobierno francés -además de su gravedad en sí- refleja una tendencia inquietante en la política de Edith Cresson de abandono de los principios solidarios con los extranjeros residentes en Francia. Principios que han sido claves en el prestigio de Francia en el mundo. La amenaza -esgrimida por Edith Cresson- de expulsar en vuelos charters a los inmigrantes ¡legales provocó indignación en sectores de su propio partido que vieron en esa actitud un retroceso ante la presión racista fomentada por la derecha y, sobre todo, por el parafascista Frente Nacional de Le Pen.Después de un duro debate, el Gobierno francés parece haber renunciado a esas medidas drásticas; las decisiones que ha tomado centran en el terreno legal y administrativo (restricción de visados, vigilancia en aeropuertos y fronteras) la lucha contra la inmigración ¡legal. Pero este problema no afecta solamente a Francia y exige una reflexión europea ante la amenaza de una ola racista que no se puede subestimar.

Hace falta partir de los hechos: la presencia de un número considerable de inmigrantes -mayoritariamente africanos- es una realidad europea que aumentará en los próximos años. Considerar el problema solamente desde el punto de vista del orden público es una torpeza política. Reducir las fricciones que surgen en la convivencia de inmigrantes y población autóctona exige una política compleja que necesita abarcar no sólo los problemas de la vivienda, sino la educación, la sanidad y, sobre todo, el ocio y el deporte juvenil. La experiencia quizá más positiva en este sentido es la de la municipalidad socialista-verde de Francfort, donde el antiguo líder del sesenta y ocho parisiense Cohn Bendit es responsable precisamente de la política de integración multicultural.

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Una política de Estado basada sólo en el orden público propicia el surgimiento de sentimientos racistas. Lo democrático,y además lo más rentable políticamente, es invertir en políticas encaminadas a solucionar de forma estable la presencia de los inmigrantes. Aceptar, en cambio, por ceguera o pasividad, un círculo vicioso de choques y conflictos, represiones Y violencias, sólo puede facilitar el auge de los partidos políticos más reaccionarios.

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