Tribuna:

Vellocino

En adelante llamaremos pobreza a lo que antes llamábamos comunismo, y habrá que levantar otros muros de la vergüenza mucho más altos para evitar que ese enemigo nos invada. Aun así es probable que los mendigos de la tierra se arrojen en paracaídas sobre la tarta de Europa o revienten el paraíso de Norteamérica igualmente desde dentro. Cada día resulta más difícil ser un demócrata feliz y sonrosado, degustador de vitaminas. En las fronteras del Occidente cebado se oye de noche el fragor genésico que producen los hambrientos al multiplicarse, y ellos han comenzado a saltar uno a uno las vallas d...

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En adelante llamaremos pobreza a lo que antes llamábamos comunismo, y habrá que levantar otros muros de la vergüenza mucho más altos para evitar que ese enemigo nos invada. Aun así es probable que los mendigos de la tierra se arrojen en paracaídas sobre la tarta de Europa o revienten el paraíso de Norteamérica igualmente desde dentro. Cada día resulta más difícil ser un demócrata feliz y sonrosado, degustador de vitaminas. En las fronteras del Occidente cebado se oye de noche el fragor genésico que producen los hambrientos al multiplicarse, y ellos han comenzado a saltar uno a uno las vallas de esta pastelería, pero ya falta poco para que lleguen levas del Sur o del Este en masa formando un horizonte de cabezas. Aunque haya fosos electrificados en el frente de Polonia o nidos de ametralladoras en Algeciras, los desheredados del planeta avanzarán atraídos sólo por el dulce sabor que despide nuestra orina. Tomar vitaminas, sales y minerales constituye la orgía que nos define; millones de cápsulas con todos los elementos bioquímicos son ingeridas cada hora compulsivamente a bocados por los felices demócratas de Occidente, pero es bien sabido que sólo un ínfimo porcentaje de estas pastillas logra ser asimilado. El resto se elimina por la vejiga. No existe fuente más rica en minerales que los retretes del hogar del pensionista, las letrinas de los ministerios, el cuarto de baño de los hoteles o la propia taza. Es fabulosa la cantidad de hierro, calcio, fósforo, cobre, zinc, magnesio y otros complejos que los ricos expelen por la uretra a fondo perdido. La orina de los europeos, compuesta por toda clase de vitaminas, puede todavía ser un sueño para los pobres del mundo, y por eso ellos han desplegado grandes ejércitos destinados a invadir un territorio cuyos habitantes excretan oro líquido, según han oído contar. Ésta es ahora la leyenda que se escucha en los lugares asolados por el hambre. De ahí vendrán los argonautas desnudos a conquistar ese moderno vellocino que es nuestra maravillosa vejiga.

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