LA ANTÁRTIDA, ÚLTIMO CONTINENTE VIRGEN

Los ecologistas no quieren tantas estaciones

Las estaciones científicas se han convertido en una de las bestias negras de los que quieren proteger la Antártida, que se preguntan por qué cada nación que quiere adherirse al Tratado Antártico tiende a tener su propia base. Holanda, recién adherida al tratado, se ha convertido en el primer país que realiza investigación científica en bases ajenas, y es puesta como modelo de la cooperación que debiera imperar, para evitar aumentar las contaminación y el impacto ambiental del hombre. En la actualidad hay 41 estaciones permanentes o de invierno (una de ellas de la organización ecologista Gree...

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Las estaciones científicas se han convertido en una de las bestias negras de los que quieren proteger la Antártida, que se preguntan por qué cada nación que quiere adherirse al Tratado Antártico tiende a tener su propia base. Holanda, recién adherida al tratado, se ha convertido en el primer país que realiza investigación científica en bases ajenas, y es puesta como modelo de la cooperación que debiera imperar, para evitar aumentar las contaminación y el impacto ambiental del hombre. En la actualidad hay 41 estaciones permanentes o de invierno (una de ellas de la organización ecologista Greenpeace) y muchas otras, que sólo se utilizan de diciembre a marzo, como la española, en la zona abarcada por el Tratado Antártico.Las mayores organizaciones ecologistas y medioambientales del mundo han instalado esta semana sus cuarteles generales en Madrid, vigilando la marcha de las conversaciones sobre la Antártida, uno de sus grandes caballos de batalla. El hecho de que hayan sido admitidos recientemente como oyentes indica el auge del movimiento conservacionista mundial, al que los Gobiernos no pueden ya ignorar.

Martin Holdgate, que es actualmente director general de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), pero antes biólogo especializado en la Antártida, es uno de estos testigos privilegiados, y su visión optimista del problema se basa en argumentos con un importante componente psicológico: "Creo que los países miembros del Tratado Antártico están bajo tanta gran presión para llegar a un acuerdo sobre el futuro de la Antártica. Los que mandan, los países más ricos, tienen que demostrar que la humanidad puede proteger la última región virgen del planeta y tienen que demostrar que el tratado es un instrumento adecuado, que funciona, porque ya hay muchos países dentro de la ONU, que no pertenecen al tratado, que critican su existencia". Para Holdgate, la urgencia de llegar a un acuerdo no se debe tanto a que la Antártida se encuentre en un gran peligro ahora, sino a que el momento psicológico es el adecuado para demostrar que se puede hacer un desarrolle, no egoísta.

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