Editorial:

Controlar el horror

DESDE LA madrugada de ayer, las voces de la diplomacia han enmudecido. Hablan las armas. La fuerza multinacional, cumpliendo la orden dada por el presidente Bush, ha iniciado las operaciones ofensivas en diversos frentes con el objetivo declarado de expulsar de Kuwait a las tropas iraquíes. Se ha establecido desde el primer momento un secreto rígido sobre lo que está ocurriendo en los frentes.Las reacciones de algunos Gobiernos -salvo los que tienen tropas comprometidas en los combates- han sido de decepción y tristeza por el desencadenamiento de la ofensiva terrestre aliada. Al lado de una re...

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DESDE LA madrugada de ayer, las voces de la diplomacia han enmudecido. Hablan las armas. La fuerza multinacional, cumpliendo la orden dada por el presidente Bush, ha iniciado las operaciones ofensivas en diversos frentes con el objetivo declarado de expulsar de Kuwait a las tropas iraquíes. Se ha establecido desde el primer momento un secreto rígido sobre lo que está ocurriendo en los frentes.Las reacciones de algunos Gobiernos -salvo los que tienen tropas comprometidas en los combates- han sido de decepción y tristeza por el desencadenamiento de la ofensiva terrestre aliada. Al lado de una reiterada solidaridad con la causa de las Naciones Unidas existe una opinión extendida de que no se han agotado todos los esfuerzos para intentar lograr un acuerdo pacífico, sobre la base del último plan de Gorbachov. El Gobierno de la URSS lamentó en una nota oficial que no se hubiera aprovechado la situación "cualitativamente nueva" cuando el 23 de febrero Irak aceptó retirarse de Kuwait incondicional y totalmente. Actitudes semejantes se expresan en otros países, incluso en EE UU. Es significativo, por ejemplo, que el representante demócrata, Lee Hamilton, en un artículo el 23 de febrero en The New York Times, pidiera al presidente Bush que aplazase la ofensiva y tomase en consideración las posibilidades que habían surgido con la propuesta de Gorbachov.

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Pero ya es un tema del pasado. La guerra está en marcha y lo que más preocupa a la opinión mundial es su evolución. A pesar de que se carece de noticias fidedignas, cabe imaginar varios supuestos posibles en las próximas semanas. Sin duda, el más positivo sería el de unas operaciones rápidas que permitiesen expulsar de Kuwait en un plazo breve a las tropas iraquíes. Si se tiene en cuenta la intensidad de los bombardeos a los que han estado sometidas dichas tropas en las últimas semanas, tal perspectiva no es improbable. Los primeros comentarios del mando norteamericano son optimistas y hablan de un avance más rápido del previsto. Sin embargo, la cautela es de rigor después de lo ocurrido tras el inicio de la ofensiva aérea, el 17 de enero, cuando se difundió la ilusión de que los bombardeos iban a ser suficientes para derrotar a Sadam Husein.

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Una conclusión rápida de los combates disminuiría los efectos políticos negativos que sin duda va a generar, en la fase de la posguerra, el desencadenamiento de una batalla terrestre sobre la que no ha habido la misma unanimidad que antes, y permitiría abordar con prontitud los problemas esenciales del futuro de Oriente Próximo, en los que será absolutamente necesario el que la ONU vuelva a ocupar el papel protagonista que le corresponde. En ese orden sería aconsejable que el propio secretario general, Pérez de Cuéllar, a pesar de la limitación legal de sus funciones, activara su papel. El secretario general personifica la institución, y su función es fundamental para que la ONU no se convierta en un Guadiana que sólo sale a la superficie cuando es útil para determinados intereses.

Por otra parte, no se puede descartar que, en el curso de los combates que están ya en marcha, surjan situaciones mucho más dramáticas que en el mencionado anteriormente. Existe el peligro de que Sadam Husein recurra a las armas químicas -como ya hizo durante su guerra con Irán-, loque desencadenaría consecuencias insólitas, pero todas ellas espantosas. Si surgiese tal coyuntura, ¿conservaría Israel su actual política de moderación? ¿Cómo descartar, entonces, la posibilidad de que se llegue al empleo de armas nucleares?, Sólo el presidente Mitterrand se ha pronunciado de manera tajante en el sentido de que, "en ningún caso", sería aceptable el uso de tales armas. Hace falta que la ONU se preocupe desde ahora de prevenir esa hipótesis haciendo todo lo posible para disminuir el riesgo de un horror de tal calibre.

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