Temor a una reacción desesperada de Sadam Husein

Los israelíes están aliviados, pero a la vez tensos, después del desencadenamiento de la ofensiva terrestre contra Irak. Aliviados porque ven que ha comenzado el principio del fin de Sadam Husein. Tensos, porque temen que el dictador iraquí, al sentir próxima su derrota, envíe los misiles que le queden contra Israel.El ministro israelí de Defensa, Moshe Arens, ha confirmado este temor y ha exhortado a la población a permanecer en su lugar de residencia y mantener al alcance las máscaras de gas.

La pregunta ahora es si Israel se unirá a la ofensiva general contra Sadam. Arens se negó a d...

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Los israelíes están aliviados, pero a la vez tensos, después del desencadenamiento de la ofensiva terrestre contra Irak. Aliviados porque ven que ha comenzado el principio del fin de Sadam Husein. Tensos, porque temen que el dictador iraquí, al sentir próxima su derrota, envíe los misiles que le queden contra Israel.El ministro israelí de Defensa, Moshe Arens, ha confirmado este temor y ha exhortado a la población a permanecer en su lugar de residencia y mantener al alcance las máscaras de gas.

La pregunta ahora es si Israel se unirá a la ofensiva general contra Sadam. Arens se negó a dar precisiones.

Un grupo de escolares, chavales entre ocho y nueve años, esperan el timbre para entrar en clase. "¿Sabéis lo que pasa en el Golfo?", pregunta este corresponsal. "Claro. Bush les ha dicho a sus soldados: bueno ya habéis jugado bastante, ahora hay que terminar con esto". "¿Qué pensáis que pasará con Sadam?". "Que la harán prisionero". "¿Quiénes? ¿Los americanos?". "No, sus propios soldados, pero conseguirá huir. Es un tipo astuto". "A la mierda con Sadam. Quiero que termine la guerra para mandar al demonio mi máscara de gas".

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Le pregunto a un chico de ojos marrones y aspecto confiado y tierno si sabe cómo podría apresarse a Sadam. Frunce el entrecejo y mirándome dice: "Primero cavar un túnel bajo tierra hasta el búnker, entonces destrozar el generador que garantiza el aire fresco en el refugio, y cuando Sadam empiece a asfixiarse se rendirá".

"¿Has pensado eso en este mismo momento?", le pregunto. El muchacho me mira con cierto aire despectivo y responde: "Claro que no, llevamos días y días discutiendo sobre ello".

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"Pero es que Sadam es incapaz de comprender que no tiene ninguna posibilidad frente a los norteamericanos", dice un quiosquero, un viejo polaco que llegó aquí hace 40 años. "Yo nací en Bagdad", interrumpe un cliente, "y para los iraquíes no merece la pena vivir sin honor".

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