LA SUCESIÓN DE LA 'DAMA DE HIERRO'

Neil Kinnock, forzado al cambio urgente

La crisis del Partido Conservador y la continua exposición pública de los tres aspirantes al liderazgo tory han revertido espectacularmente la suerte electoral de los laboristas, que hace tres semanas gozaban de una ventaja de 15 puntos en intenciones de voto sobre el partido de la todavía primera ministra, Margaret Thatcher, y ahora andan del orden de los 10 puntos por detrás. Al partido de Neil Kinnock se le ha planteado inesperadamente la necesidad de cambiar de estrategia. Los laboristas mantuvieron un muy discreto y lógico segundo plano mientras los conservadores se despedazaba...

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La crisis del Partido Conservador y la continua exposición pública de los tres aspirantes al liderazgo tory han revertido espectacularmente la suerte electoral de los laboristas, que hace tres semanas gozaban de una ventaja de 15 puntos en intenciones de voto sobre el partido de la todavía primera ministra, Margaret Thatcher, y ahora andan del orden de los 10 puntos por detrás. Al partido de Neil Kinnock se le ha planteado inesperadamente la necesidad de cambiar de estrategia. Los laboristas mantuvieron un muy discreto y lógico segundo plano mientras los conservadores se despedazaban en luchas fratricidas. Pero la desaparición de Thatcher ha creado un nuevo clima y las distintas ramas del conservadurismo ya se aprestan a reagruparse. El énfasis que los tres candidatos han hecho en su propósito de diluir lo abrasivo del thatcherismo con políticas sociales ha descolocado a los laboristas.

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"Vamos a tener que ser mucho más concretos en las próximas semanas porque el nuevo primer ministro, que sabe que el laborismo se ha hecho con el apoyo popular, intentará apoderarse de ese terreno y habrá muchas más presiones para definir las diferencias" que separan las actuales propuestas laboristas de las que presuntamente van a ofrecer los conservadores, dice John Edmonds, uno de los más influyentes líderes sindicales. El Partido Laborista, al que la década larga del thatcherismo forzó a una adaptación pragmática a la nueva realidad británica, ya no puede esperar poco menos que de brazos cruzados a que el barco capitaneado por Thatcher se estrelle contra los arrecifes de la in transigencia, el egoísmo y el individualismo salvaje.

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