La II Conferencia del Clima enfrenta a 84 países, con la catástrofe del 'efecto invernadero'

Alrededor de 500 científicos de todo el mundo y los ministros de Medio Ambiente de 84 países se reunirán a partir de hoy y hasta el próximo 7 de noviembre en Ginebra (Suiza), sede de la II Conferencia Mundial sobre el Clima, con objeto de debatir las medidas necesarias para reducir las emanaciones de los gases que causan el efecto invernadero y, por tanto, responsables del calentamiento de la Tierra. Los científicos lo han confirmado y advierten que sus consecuencias serán dramáticas: elevación del nivel del mar, alteraciones en las cosechas y en las lluvias; deforestación; plagas y extinción ...

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Alrededor de 500 científicos de todo el mundo y los ministros de Medio Ambiente de 84 países se reunirán a partir de hoy y hasta el próximo 7 de noviembre en Ginebra (Suiza), sede de la II Conferencia Mundial sobre el Clima, con objeto de debatir las medidas necesarias para reducir las emanaciones de los gases que causan el efecto invernadero y, por tanto, responsables del calentamiento de la Tierra. Los científicos lo han confirmado y advierten que sus consecuencias serán dramáticas: elevación del nivel del mar, alteraciones en las cosechas y en las lluvias; deforestación; plagas y extinción de especies, entre otras.

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Los científicos han demostrado que los principales gases causantes del efecto invernadero, ya que se acumulan en la atmósfera y actúan como una pantalla que aísla al planeta y calienta su superficie, son el vapor de agua, los cloroflurocarbonos (CFCs), los óxidos de nitrógeno, el metano y el anhídrido carbónico (CO2). Argumentan que su vertiginoso crecimiento en el último siglo está produciendo un cambio climático, de distinta naturaleza a las alteraciones naturales ocurridas en la historia del planeta, que puede causar un cataclismo.La conferencia, que sucede a la celebrada en 1979, debatirá 43 ponencias presentadas por expertos en clima sobre las causas y las repercusiones del cambio climático y las medidas que deben tomar los gobiernos para contrarrestar su impacto.

Sus conclusiones serán publicadas el próximo 3 de noviembre y, el día 7, habrá una declaración ministerial que será presentada posteriormente a la Asamblea General de la ONU. A la reunión, organizada por Naciones Unidas, han anunciado su asistencia los primeros ministros del Reino Unido, Francia e Italia.

Aunque los expertos no han medido aún la responsabilidad de la actividad humana en el cambio climático, los estudios más fiables indican que en el año 2030 las temperaturas medias de la Tierra serán dos o tres grados centígrados más altas que ahora y que en el 2090 el incremento podría llegar a los cuatro grados.

Tierras anegadas

Pese a que este aumento no será uniforme, (las zonas polares se calentarán más que las ecuatoriales), todas las regiones del planeta se verán afectadas por los cambios en los vientos, presiones y lluvias. El derretimiento de los hielos elevará el nivel del mar en medio metro a mediados del próximo siglo y en un metro a finales, y miles de hectáreas de terreno resultarán anegadas.

La agricultura y la ganadería tendrán que adaptarse a la nueva situación, así como las poblaciones de las tierras bajas costeras como Bangladesh, China o Egipto y de otros países en desarrollo, que se verán obligadas a emigrar.

La conferencia evidenciará las discrepancias entre los países industrializados, los que más contribuyen al efecto invernadero, y las naciones del sur, que se sienten menos responsables de un problema que afecta a todos y cuya solución puede comprometer su crecimiento económico.

Para Godwin Obesi, secretario general de la Organización Mundial de Metereología, la falta de consenso internacional para limitar el efecto invernadero es "problema de voluntad política", pues a algunos países les es más fácil que a otros gravar con impuestos el consumo de ciertas energías o cerrar industrias, puesto que ello tiene sus costes políticos. La conferencia de Ginebra sentará las bases de la Convención Mundial sobre el Clima que los gobiernos deberán firmar en junio de 1992 en Brasil. La reducción de las emanaciones de CO2 marcarán la diferencia, pues no todos los países las producen en la misma medida.

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