La superstición de los mineros impidió a doña Sofía visitar la mina El Teniente

IGNACIO CEMBRERO ENVIADO ESPECIAL, Una vieja superstición de los mineros, que temen un hundimiento tras el paso de una mujer, impidió a la reina Sofía visitar la mayor mina subterránea del mundo, la de El Teniente, a la que el rey Juan Carlos y un séquito exclusivamente masculino sí pudieron bajar. Hoy por la mañana concluye el viaje de los Reyes a Chile, y horas después la pareja real, acompañada por el ministro de Asuntos Exteriores, iniciará su primera visita a Paraguay.

La dirección de Codelco, la empresa que explota El Teniente, intentó convencer a los sindicatos de mineros de que ...

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IGNACIO CEMBRERO ENVIADO ESPECIAL, Una vieja superstición de los mineros, que temen un hundimiento tras el paso de una mujer, impidió a la reina Sofía visitar la mayor mina subterránea del mundo, la de El Teniente, a la que el rey Juan Carlos y un séquito exclusivamente masculino sí pudieron bajar. Hoy por la mañana concluye el viaje de los Reyes a Chile, y horas después la pareja real, acompañada por el ministro de Asuntos Exteriores, iniciará su primera visita a Paraguay.

La dirección de Codelco, la empresa que explota El Teniente, intentó convencer a los sindicatos de mineros de que la bajada de doña Sofía no les traería mala suerte porque, argumentó, según la prensa chilena, "no se trata de una mujer sino de una reina". Pero, aparentemente, no logró persuadirles, y doña Sofía fue de compras por la mañana a un mercado artesanal hasta que a mediodía se reunió con el Rey en el hospital de la Fundación de Salud, cercano a la mina.Consciente de las dificultades, el protocolo español no intentó forzar la visita de la Reina, y sólo don Juan Carlos bajó a la mina, situada a un centenar de kilómetros al sureste de Santiago, al pie de los Andes, en cuyos 3.000 kilómetros de galerías trabajan unos 10.000 hombres y que produce al año más de 200.000 toneladas de cobre, que representan cerca del 50% de las exportaciones chilenas.

La última jornada de la estancia de los Reyes en Chile empezó con la celebración por el obispo de Santiago, monseñor Carlos Oviedo, de una misa andina, compuesta por Jaime Soto León en 1987 con motivo de la visita del papa Juan Pablo II, en la céntrica iglesia de San Francisco, ocupada durante el primer día de la visita de los Reyes por una pequeña delegación de indios mapuches para pedir una entrevista con don Juan Carlos.

Ésta les fue concedida el sábado en Valdivia, pero los indígenas reagrupados en el Consejo de Todas las Tierras se negaron a ser recibidos junto con otros mapuches a los que consideran oficialistas y la cita se canceló.

Abusos y arbitrariedades

Recordando, acaso, esa protesta, el obispo afirmó en su homilía: "En la acción de la conquista y el periodo posterior, los indígenas fueron objeto frecuentemente de abusos y arbitrariedades por parte de los españoles".

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Pero antes de que las flautas quenas, zampoñas y charangos inundaran de nuevo el templo con sus acordes, monseñor Oviedo suavizó sus palabras.

El obispo agradeció entonces a la Corona española su apoyo a la evangelización de los indígenas, y resaltó además que fue Felipe II quien instó la celebración del Concilio de Lima en 1582, en el que se escucharon Ias denuncias de la situación y de cómo había que respetarlos, promoverlos y evangelizarlos ".

Cuando el avión real despegue hoy rumbo a Asunción, regresará, por fin, a Santiago el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas chilenas, general Augusto Pinochet, que horas antes de la llegada de don Juan Carlos y doña Sofía inició una nada casual inspección de cuatro días de duración a la primera división desplegada en el norte desértico del país.

Esa gira por los cuarteles, que un diario local describió como "la travesía del desierto de Pinochet", fue motivada, según fuentes chilenas, por el disgusto que le produjo al general el mensaje enviado por el Monarca español al pueblo chileno en vísperas de su viaje, en el que se alegraba del restablecimiento de la democracia, y por el mal lugar que le atribuyó el protocolo presidencial en los actos oficiales, a los que había sido invitado como jefe de las Fuerzas Armadas y no como ex jefe de estado.

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