Tribuna:

'Pax' utópica para Oriente Próxiomo

"Divide et impera", éste era el lema de todo el proceso descolonizador británico en los años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando se desmoronó el viejo Empire. Lo que presenciamos hoy día en la crisis del golfo Pérsico tiene mucho que ver con esta herencia poscolonial. El emirato kuwaití cumple este año su 28º aniversario después que le diera a luz la Gran Madre Británica. Entre tanto, el hijo predilecto se ha hecho mayor de edad, ha heredado o comprado gracias a la riqueza de su feudo la City londinense, participaciones en gran número de multinacionales y ha satisfecho las necesi...

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"Divide et impera", éste era el lema de todo el proceso descolonizador británico en los años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando se desmoronó el viejo Empire. Lo que presenciamos hoy día en la crisis del golfo Pérsico tiene mucho que ver con esta herencia poscolonial. El emirato kuwaití cumple este año su 28º aniversario después que le diera a luz la Gran Madre Británica. Entre tanto, el hijo predilecto se ha hecho mayor de edad, ha heredado o comprado gracias a la riqueza de su feudo la City londinense, participaciones en gran número de multinacionales y ha satisfecho las necesidades básicas de su población, es decir, vacaciones de tres meses anuales como mínimo en hoteles de lujo de Egipto o Marbella, gasolina y tratamiento médico gratuito, igual que la educación, para no hablar del lujo de vivienda y los ejércitos de criadas filipinas. Para todo eso no hacía falta una democracia que, por otro lado, ni Occidente pedía a los monarcas kuwaitíes.De repente viene el diablo, cargado de impresionantes deudas tras su última guerra y pensando que este vecino fraternal le podía servir como rico bocata, para erigirse de golpe en caudillo hegemónico del Oriente Próximo. El Occidente, que recientemente se ha quitado de encima su último gran satán sin pegar un solo tiro, ve con malos ojos que en el centro neurálgico de su organismo mundial surja una peligrosa úlcera que amenaza con afectar en poco tiempo todo el buen funcionamiento de su cuerpo. "Mens sana in corpore sano" era la divisa grecorromana. Los romanos también tenían mucha experiencia en organizar un imperio. Si decimos que el cuerpo es el mundo, y en este caso concreto, Oriente Próximo, su corazón, la mente son las concepciones y recetas médicas para conseguir una buena salud.

Me asustan las viejas recetas imperialistas, de las que se hacen eco todos los periódicos europeos, las recetas de los ex y actuales consejeros de seguridad americanos, halcones todos y deseosos de dar la última batalla antes de desaparecer del mapa, o sentarse como otros en el banquillo dejando el pupitre libre. Quién se pueda sentar en el futuro en el pupitre va a depender en gran medida de la capacidad y fantasía o magia para devolver la salud al cuerpo gravemente afectado.

No soy partidario de dejar esta tarea ni en las manos del Hitler oriental ni de los Churchill occidentales, quizá a los europeos les correspondería cubrir el papel vacante de un Roosevelt u ocupar un sitio para el cual la historia no tiene precedentes. Para eso hay que ver primero en qué consiste la enfermedad y de qué remedios se dispone.

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Para terminar con un polvorín, quedan dos posibilidades fundamentales: dejar estallar la pólvora o quitarla de en medio. La primera opción puede atraer a todos los que viven del negocio bélico y temen que este mundo pacífico les deshaga su juego.

Para quitar la pólvora de en medio, hay que sustituirla por algo que sobra y complace a la mayoría de los directamente implicados. Ahora hay que citarlos con nombre y apellido: EE UU, Japón y la CE necesitan el petróleo para seguir con su habitual nivel de vida, cuestionable en cualquier caso, mientras viven a espaldas de otros como hasta ahora normalmente ocurre. La URSS no bebe de la fuente petrolera del Oriente ya que cuenta con sus propios campos de oro negro, aparte de que tiene los suficientes problemas internos como para no hundirse en esta marea sin fondo.

Hablemos ahora directamente del paciente, de las fuerzas y potencias regionales. Irak siente la tentación de la hegemonía en el Oriente Próximo, y, al mismo tiempo, lleva la voz de la unidad árabe en su versión progresista, lo cual respalda principalmente Libia, Yemen, Argelia, la OLP y, curiosamente, Jordania.

La propuesta iraquí es interesante porque soluciona o propone solucionar al mismo tiempo los dos focos de la enfermedad oriental: el problema de la soberanía kuwaití y de los territorios ocupados de Israel. Para EE UU y su poderío judío financiero puede resultarle dificil tragar esta píldora amarga, pero a Japón y los países de la CE nada les impide estudiar esta propuesta a fondo y añadir todo su impresionante peso en la balanza, buscándose incluso poderosos aliados en el mundo árabe así como en el caído Segundo y Tercer Mundo. ¡Que pidan en voz alta un día de reflexión antes de entrar en una batalla que promete no solucionar nada sustancial, sino todo lo contrario: mantener al enfermo con vida agonizante!

Hay otra carta que pocas voces mencionan, pero que se podía jugar fuerte, incluso para hacer la píldora algo menos amarga para el Occidente: es la cuestión de los kurdos, eternamente aplazada porque mientras funcionaba el viejo sistema de divide et impera no interesaba a nadie. Es sin duda otro polvorín que afecta directamente a las fronteras que los ex colonialistas trazaron para repartirse el pastel: en primer lugar, al aliado de la OTAN, Turquía; esencialmente, al diablo iraquí, que se vería privado de los ricos campos petroleros de Kirkuk; a otro diablo dormido, Irán, y, finalmente, al poder de Siria, gran rival de Irak en la lucha por la hegemonía de Oriente Próximo. Todas las voces de los derechos humanos y de¡ derecho a la autodeterminación de los pueblos se sentirían contentas de poder restañar una herida que no acaba de sangrar y reequilibrar las fuerzas del Oriente en un sentido más sano y estable. Esto cortaría las ambiciones hegemónicas de Israel, Irak, Irán y Siria, y contribuiría a mejorar la precaria situación de los derechos humanos en Turquía. Los perdedores fundamentales serían los halcones militaristas de Occidente, a quienes va a sobrarla pólvora como argumento político. Estados Unidos pronto se puede quedar solo frente a Irak, porque la unanimidad del inicio se está desmoronando rápidamente. Hay que estar atentos a una posible provocación bélica al estilo de Pearl Harbor, que puede producirse cuando se acerque una solución negociada.

Israel, cediendo los territorios ocupados, ganaría el pleno reconocimiento internacional dejando lugar al nacimiento de un Estado palestino igualmente garantizado por la comunidad mundial. Así, se repartirían de nuevo las cartas, prometiendo una paz más estable para este cuerpo lleno de heridas históricas y armado hasta los dientes para defender un orden más que desordenado. Bruselas tiene la palabra antes de que la calle europea le recuerde su deber.

es cofundador del Tageszeitung, diario de la izquierda alternativa de Berlín, y escritor.

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