El golpe de un espontáneo

Dionisio Rodríguez Martín saltó al ruedo de la delincuencia como un espontáneo brinca a la arena sin haber lidiado un toro bravo en su vida. Según él mismo narraba en un diario escrito en la cárcel de Brasil y remitido a la revista española Interviú, preparó el plan en los días anteriores al golpe, "porque ya estaba muy quemado".Atenazado por los nervios, argumentó un dolor de ciática para quedarse en el furgón y, aprovechando el momento en que su compañero entraba en la pastelería, llevarse el dinero a su coche, aparcado a unas pocas calles. Siempre según estas declaraciones, prosiguió...

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Dionisio Rodríguez Martín saltó al ruedo de la delincuencia como un espontáneo brinca a la arena sin haber lidiado un toro bravo en su vida. Según él mismo narraba en un diario escrito en la cárcel de Brasil y remitido a la revista española Interviú, preparó el plan en los días anteriores al golpe, "porque ya estaba muy quemado".Atenazado por los nervios, argumentó un dolor de ciática para quedarse en el furgón y, aprovechando el momento en que su compañero entraba en la pastelería, llevarse el dinero a su coche, aparcado a unas pocas calles. Siempre según estas declaraciones, prosiguió su periplo hacia Portugal, desde donde salió rumbo a Río de Janeiro, aconsejado por un chileno que acababa de conocer.

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Allí contactó con unos amigos, también chilenos, que acabaron en manos de la policía brasileña porque tenían infinidad de antecedentes penales. Fueron detenidos en el apartamento que Dionisio había alquilado con su nombre falso. Aunque intentó desaparecer recorriendo las cataratas de Iguazú en la zona de Paraguay, a su regreso fue detenido por los agentes de Río.

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