Tribuna:

Empresarios

Los empresarios españoles, al menos los que representa el señor Cuevas, han ido a quejarse a sus colegas europeos de las trapisondas que en España les hacen Gobierno y sindicatos. La reacción de esos colegas ha sido tan solidaria que ha emocionado a los españoles, siempre por la vida y por la historia con ese complejo de inferioridad de que lo suyo no interesa a nadie. Vaya si interesa. Los empresarios europeos temen que el logro sindical de la revisión de contratos sea reivindicado en otros países, con lo que España estaría ya exportando aceite de oliva, la fórmula de la transición, reyes alt...

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Los empresarios españoles, al menos los que representa el señor Cuevas, han ido a quejarse a sus colegas europeos de las trapisondas que en España les hacen Gobierno y sindicatos. La reacción de esos colegas ha sido tan solidaria que ha emocionado a los españoles, siempre por la vida y por la historia con ese complejo de inferioridad de que lo suyo no interesa a nadie. Vaya si interesa. Los empresarios europeos temen que el logro sindical de la revisión de contratos sea reivindicado en otros países, con lo que España estaría ya exportando aceite de oliva, la fórmula de la transición, reyes altos, los pactos de la Moncloa y ahora la revisión de contratos.No es que los cuevistas quieran hacer trampas contractuales. Es que están desorientados los pobres porque antes del famoso 14-D, el Gobierno les ofrecía un plan de empleo juvenil que era una maravilla, una garantía de que podían disponer de una generación de trabajadores bonsai, jovencitos, baratitos, eventuales y dispuestos a quedar bien para que el patrón les elevara a la condición de fijos antes de acogerse a una posible pensión de ancianidad. De aquella subasta de esclavos jóvenes a este control contractual hay tantas millas oceánicas que los empresarios no se lo explican. Aquella ley de empleo juvenil pasó al desván donde se guardan las ruinas contemporáneas y los empresarios esperan que ocurra lo mismo con el proceloso asunto de los contratos revisados por ojos sindicales. Ya vendrá Europa con las rebajas, el Gobierno quedará bien, los empresarios a salvo y los sindicatos con la mosca detrás de la oreja.

Refuerza la Posición de los empresarios cuevistas la presidencia de la patronal europea desempeñada por Carlos Ferrer Salat, también presidente del Comité Olímpico Español, con lo que demuestra que hay miembros del COI que pueden pensar y mascar chicle al mismo tiempo.

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