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La unión económica será el segundo gran tema en la cumbre de Dublín, que empieza hoy

La cuenta atrás comienza hoy en Dublín. Sólo una semana antes del inicio de la primera fase de la unión económica y monetaria, el 1 de julio, los presidentes de los 12 países de la Comunidad Europea ratificarán la convocatoria, en diciembre, de la conferencia intergubernamental que modificará el Tratado de Roma para hacer efectiva esta unión y, probablemente, también la unión política. Hasta fin de año -momento en que Roma volverá a convertirse en una ciudad abierta, aunque por motivos muy distintos a los apuntados por Roberto Rossellini- queda por perfilar qué puntos del Tratado de 1957 deben...

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La cuenta atrás comienza hoy en Dublín. Sólo una semana antes del inicio de la primera fase de la unión económica y monetaria, el 1 de julio, los presidentes de los 12 países de la Comunidad Europea ratificarán la convocatoria, en diciembre, de la conferencia intergubernamental que modificará el Tratado de Roma para hacer efectiva esta unión y, probablemente, también la unión política. Hasta fin de año -momento en que Roma volverá a convertirse en una ciudad abierta, aunque por motivos muy distintos a los apuntados por Roberto Rossellini- queda por perfilar qué puntos del Tratado de 1957 deben ser modificados. Para animar la discusión, el Reino Unido ha avanzado una pretendida alternativa al calendario de unión monetaria de Delors, mientras que la República Federal de Alemania defiende una unión a dos velocidades.

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Hace un año, la cumbre de Madrid dio el pistoletazo de salida hacia la unión económica y monetaria. El primer objetivo marcado entonces, la adopción de medidas necesarias para la puesta en marcha de la primera fase de la unión monetaria, el 1 de julio de 1990, está cumplido. El segundo, avanzar en los trabajos preparatorios para la convocatoria de una conferencia intergubernamental que reforme el Tratado de Roma de 1957, será ratificado en la cumbre que empieza hoy en Dublín y que pondrá en marcha otra unión aún más ambiciosa: la política.En estos 12 meses, el comité técnico presidido por Elisabeth Guigou ha preparado una agenda con los problemas pendientes de resolución que será presentado a los presidentes de Gobierno de los Doce durante estos dos días. El respaldo comunitario es más que probable, y los matices que ha introducido el Reino Unido, con su propuesta del ecu fuerte, y la República Federal de Alemania, con la unión a dos velocidades, no van a enturbiar la foto de familia, aunque sí pueden reconducir las discusiones de julio a diciembre.

En diciembre habrán transcurrido los seis primeros meses con total libertad de movimientos de capitales en la Europa de los nueve (la CE, a excepción de España, Portugal y Grecia). Hasta esa fecha, todas las reuniones mensuales del Consejo de Ministros de Economía de los Doce (Ecofin) tienen como punto fijo en su orden del día la unión económica y monetaria, y el mandato explícito de la cumbre extraodinaria de Dublín de abril de "garantizar una preparación óptima" de la conferencia intergubernamental. De momento ya se ha llegado al acuerdo de ir hacia "una progresiva convergencia de las políticas económicas" de los Doce y se ha aceptado la cooperación de los bancos centrales de los Estados miembros".

La conferencia intergubernamental sobre unión económica y monetaria quiere ser breve, lo que se traduce en unos seis meses de duración, ya que el objetivo de la CE es que la reforma de los tratados que exija la conferencia intergubernamental se alcance y esté ratificada por los Parlamentos nacionales antes de la puesta en marcha de la segunda fase de la unión económica y monetaria. Un inicio que está previsto, en principio, para el 1 de enero de 1993. En esa fecha, y según el calendario del Informe Delors, todas las divisas comunitarias deberán estar incorporadas al Sistema Monetario Europeo con la banda estrecha de fluctuación (el 2,25%), pero aún no se habría creado el Eurofed (o Banco Central Europeo), ya que su fundación debe esperar al inicio de la segunda fase de la unión económica y monetaria.

Eurofed

El papel e independencia de este futuro Banco Central Europeo es uno de los temas a debate de aquí a la conferencia intergubernamental, ya que éste es uno de los aspectos que habrá que incluir en el nuevo Tratado. Sólo hay un acuerdo casi unánime en aceptar que el Eurofed debe tener como objetivo específico el mantenimiento de la estabilidad de los precios. Está también asumido que debe ser independiente del poder político. Lo que no está tan claro es el significado y la puesta en práctica de esa independencia, ni cómo puede conjugarse con la "responsabilidad política" que debe asumir el banco. La simbiosis entre independencia y responsabilidad política queda también por resolver de aquí a diciembre.

La función del Eurofed es, junto con su independencia, otro de los temas a discusión. Ya hay acuerdo en señalar que el Banco Central Europeo debe tener como objetivo básico la dirección y ejecución de la política monetaria, dejando para el Ecofin la supervisión de las entidades de crédito. Esta doble función de los bancos centrales ya está desgajada en el Bundesbank, donde la supervisión de las entidades de crédito está en manos de una oficina dependiente del Ministerio de Economía (un ejemplo que puede seguir nuestro país en la próxima ley general de entidades de crédito, que se elaborará durante esta legislatura). También hay cierto consenso previo en que la política de tipos de cambio -que debe dirigirse hacia un sistema de paridades fijo, primero, y una moneda única común, como último paso- quede fuera de las competencias del Eurofed, banco que sólo se encargaría de la instrumentación de esa política.

Los poderes ya dentro del Eurofed se repartirán entre el comité de gobernadores de los 12 bancos centrales y un grupo de expertos agrupados en un directorio. El embrión de este directorio fue creado en la última reunión del Banco Internacional de Pagos en Basilea, el pasado 11 de junio, y cuenta con la presencia de un español, José Viñals. Fue en esa reunión donde el presidente del Bundesbank, Karl Otto Pöhl, lanzó el primer mensaje de discordia: la unión a dos velocidades. Diez días después, el ministro de Finanzas británico, John Major, aprovechó una intervención ante empresarios alemanes para lanzar su propuesta del ecu fuerte.

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