COMUNICACIÓN

El Gobierno británico, dispuesto a crear un organismo para vigilar a la prensa

El Gobierno británico está dispuesto a apretar las tuercas a la Prensa y para ello no dudará en crear un organismo que controle la ética periodística, con más mordiente que el actual Press Council. Si la nueva entidad no consigue poner orden, el Ejecutivo recurrirá a la legislación para limitar los desmanes, en especial en lo relativo al derecho a la imagen y al derecho de réplica, tan atropellados por los rotativos sensacionalistas de las islas.Un comité de expertos en Prensa y jurisprudencia está a punto de publicar el informe que le fuera encomendado hace nueve meses sobre eventuales actuac...

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El Gobierno británico está dispuesto a apretar las tuercas a la Prensa y para ello no dudará en crear un organismo que controle la ética periodística, con más mordiente que el actual Press Council. Si la nueva entidad no consigue poner orden, el Ejecutivo recurrirá a la legislación para limitar los desmanes, en especial en lo relativo al derecho a la imagen y al derecho de réplica, tan atropellados por los rotativos sensacionalistas de las islas.Un comité de expertos en Prensa y jurisprudencia está a punto de publicar el informe que le fuera encomendado hace nueve meses sobre eventuales actuaciones contra los excesos de algunos periódicos británicos. El diario The Times informaba ayer que las conclusiones a que ha llegado el comité Calcutt -que no detallaba y que siguen envueltas en un celoso silencio- han sido favorablemente acogidas por el Gobierno, cuyo el ministro del Interior, David Waddington, está dispuesto a llevarlas a la práctica en la medida de lo posible. Entre las recomendaciones hay una que pide la creación de un organismo que tenga mayor ascendiente sobre los periódicos que el Press Council, una entidad fiscalizadora de carácter voluntario.

Ni el Gobierno ni el comité Calcutt parecen estar satisfechos con los códigos de conducta elaborados recientemente por la Prensa británica y el Press Council, que en su día fueron considerados como un intento de evitar la intervención gubernamental y que no siempre son respetados por los periódicos amarillistas, para los que el escándalo (real o inventado), la truculencia, la manipulación y las falsedades son monedas de uso corriente.

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