Pulso final de los 'seis de Birmingham'

Tras 15 años de cárcel, los presuntos miembros del IRA pueden ser puestos en libertad

El estallido de dos bombas la tarde-noche del 21 de noviembre de 1974 en sendos pubs de Birmingham costó 21 vidas. Otras 162 personas resultaron heridas. Cinco norirlandeses fueron detenidos a las pocas horas, y otro, más tarde, acusados de la carnicería. Un año exacto después, cada uno de ellos fue condenado a 21 cadenas perpetuas por una atrocidad que negaron haber cometido. El caso está entrando ahora en lo que parece su definitiva recta final y se da por hecho que en cuestión de meses los seis de Birmingham serán hombres libres.

El ministro del Interior, David Waddington, acaba de a...

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El estallido de dos bombas la tarde-noche del 21 de noviembre de 1974 en sendos pubs de Birmingham costó 21 vidas. Otras 162 personas resultaron heridas. Cinco norirlandeses fueron detenidos a las pocas horas, y otro, más tarde, acusados de la carnicería. Un año exacto después, cada uno de ellos fue condenado a 21 cadenas perpetuas por una atrocidad que negaron haber cometido. El caso está entrando ahora en lo que parece su definitiva recta final y se da por hecho que en cuestión de meses los seis de Birmingham serán hombres libres.

El ministro del Interior, David Waddington, acaba de anunciar que va a considerar con extrema atención una nueva serie de pruebas presentadas por los abogados de los irlandeses, pruebas que no han sido reveladas, pero entre las que existe una que contradice el testimonio de algunos policías en la vista de 1975.El caso es un calco del que el pasado mes de octubre se resolvió definitivamente con la puesta en libertad de los cuatro de Guildford, también acusados de asesinatos múltiples. Unos y otros alegan que las autoinculpaciones en que se basaron los fiscales les fueron extraídas a golpes por la policía.

Pruebas abrumadoras

El juez de la causa dijo a los seis de Birmingham en 1975 que habían sido encontrados culpables a partir de las "más claras y abrumadoras pruebas" con que él se había topado en su carrera.

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La apelación fue rechazada, y una nueva vista celebrada en 1987 tampoco fue capaz de arrojar nueva luz sobre las sombras de duda que rodean el caso. Las reticencias tienen una doble vertiente: las confesiones llenas de contradicciones y carentes de lógica firmadas por los detenidos y el carácter de las pruebas forenses. Durante el juicio de hace 14 años se dijo que dos de los seis acusados habían usado nitroglicerina y, aunque más tarde se cuestionó la fiabilidad científica de la prueba, en la, apelación de 1987, los jueces aún insistieron en que uno de los acusados había manipulado explosivos.

La credibilidad de las confesiones es nula a ojos de quien tenga el menor interés en ver: no hubo acuerdo en quién puso las bombas; se dijo que éstas habían sido dejadas en bolsas de plástico, lo que no era el caso; no hubo confesiones de dónde fueron colocados los explosivos ni de cómo se les hizo estallar; se hicieron descripciones de los artefactos que no se correspondían con los análisis de los expertos... entre otros puntos oscuros. Los acusados, además de negar los cargos, alegaron que las confesiones les habían sido sacadas a golpes, y las propias fotos policiales realizadas inmediatamente después de la detención y tras los interrogatorios no dejan lugar a dudas. Patrick, Hill, Hugh Callaghan, John Walker, Richard McIlkenny, Gerard Hunter y Bill Power consiguieron que su denuncia contra los policías llegara a los tribunales.

Perjurio

"Si los seis hombres ganan, significará que la policía es culpable de perjurio, que es culpable de haber incurrido en violencia y amenazas, que las confesiones fueron involuntarias y fueron inadecuadamente admitidas como pruebas y que las convicciones fueron erróneas", dijo lord Denning, el juez que presidió el tribunal de apelación en 1980.

"Eso implica que el ministro del Interior tendría que recomendar que fueran perdonados o tendría que remitir el caso al tribunal de apelación. Es una perspectiva tan atroz que cualquier persona sensata tiene que decir: No puede ser que estas acciones sigan adelante". La del octogenario lord Denning es ahora una de las voces que claman por la reapertura del caso. Otros van más lejos, como el primado católico" Basil Hume, quien ha manifestado estar convencido de la inocencia de los seis de Binningham, o el parlamentario laborista Chris Mullin, quien dice haberse entrevistado en Irlanda con quien se atribuye la paternidad ,de los atentados.

Noel Walsh, un testigo de la vista original que iba a declarar entonces que consideraba a "Walker incapaz de cometer la atrocidad que se le atribuía, fue menos explícito ante el juez y el jurado después de que un policía le diera que "Walker era un alto miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), un teniente".

El Ministerio del Interior británico rebajó el mes pasado la calificación de peligrosidad de los seis de Birmingham de la categoría A a la B, en lo que se consideró el primer indicio de que los encarcelados acabarán siendo puestos en libertad. "Ahora han cambiado completamente de opinión y dicen que no son presos muy peligroso del IRA. ¿Cómo es entonces que Walker fue un teniente en el IRAT?", se pregunta Walsh, quien se ha ofrecido a la defensa para detallar la conversación que tuvo con él la policía en 1975.

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