Compromiso para solucionar la crisis interna de la coalición israelí

VÍCTOR CYGIELMAN, La crisis gubernamental israelí se ha resuelto con un compromiso. El primer ministro, el derechista Isaac Shamir, ha anulado la carta dirigida a Ezer Weizman en la que le pedía que dimitiera de su cargo de ministro de Ciencia y Tecnología, sin retirar, no obstante, sus acusaciones de "connivencia con el enemigo", es decir, con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Weizman, por su parte, ha aceptado, "a petición de los colegas laboristas", alejarse durante 18 meses del Gabinete restringido que delibera y decide sobre las grandes cuestiones políticas. Pese ...

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VÍCTOR CYGIELMAN, La crisis gubernamental israelí se ha resuelto con un compromiso. El primer ministro, el derechista Isaac Shamir, ha anulado la carta dirigida a Ezer Weizman en la que le pedía que dimitiera de su cargo de ministro de Ciencia y Tecnología, sin retirar, no obstante, sus acusaciones de "connivencia con el enemigo", es decir, con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Weizman, por su parte, ha aceptado, "a petición de los colegas laboristas", alejarse durante 18 meses del Gabinete restringido que delibera y decide sobre las grandes cuestiones políticas. Pese a ello conserva su cartera.

¿Quién ha ganado y quién ha perdido?

Weizman, enfant terrible de la política israelí, que no deja de exigir la apertura de negociaciones con la OLP "para eliminar la hipocresía y acercarse a la paz", parece haberse incrustado en su propia impetuosidad. Shamir, que esperaba poner en un grave aprieto a los laboristas, desacreditar a los partidarios del diálogo con Yasir Arafat (líder de la central palestina) y, por último, aun que no lo menos importante, reforzar su autoridad en el seno del Likud, frente a sus detractores halcones, no sale engrandecido de esta historia.

Vuelta atrás

Si las acusaciones del primer ministro contra Weizman son verdaderas, entonces el ex ministro de Defensa de Menájem Beguin, el glorioso jefe de la aviación israelí en la guerra de los seis días (junio de 1967) sería culpable de traición, según las leyes vigentes. En tal caso, el lugar de Weizman no sería el banco del Gobierno -aunque sufra un castigo relativo-, sino el banquillo de los acusados ante un tribunal.

Al volverse atrás de su postura inicial, Shamir admite implícitamente que sus acusaciones contra el ministro laborista eran cuando menos poco serias. En resumen, que la operación Weizman, que debía confundir a los laboristas y realzar la estatura política del jefe de Gobierno y líder del Likud, se ha quedado en nada. Más aún, ahora que la crisis parece que se ha cerrado, la opinión pública volverá al meollo de la cuestión que divide al país: ¿hay que negociar o no con Arafat? O más bien: ¿se puede llegar a un acuerdo con los palestinos -lo que el Likud de Shamir dice que desea- sin entablar negociaciones con la OLP?

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[Por otra parte, las tropas israelíes mataron ayer a tiros a un adolescente palestino en la Cisjordania ocupada, en el curso de un incidente con árabes enmascarado en el 25º aniversario de la fundación de Al Fatah, el principal de los grupos que componen la OLP, según informa Reuter.

El Ejército confinó a cerca de un millón de palestinos en sus viviendas en los territorios ocupados para evitar manifestaciones, pero levantó el toque de queda. Los dirigentes clandestinos de la intifada habían hecho un llamamiento a la revuelta masiva.

La policía aseguró ayer que las autoridades han desactivado en los últimos días 10 cartas bomba, remitidas desde Chipre.]

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