MAGNICIDIO CONTRA LA PAZ

17 días

El fallecido presidente de la República libanesa, René Muawad, cargo en el apenas estuvo 17 días, había nacido en la ciudad maroní de Sgorta, al norte del país. Perteneciente a una de las grandes familias, jamás tuvo mucha afinidad con la tradición guerrera de su región. Nunca creó una milicia ni organizó campos de entrenamiento, algo considerado como habitual, e incluso natural, desde el comienzo de los años setenta en Líbano.A lo largo de sus 40 años de vida política, Muawad nunca consideró a sus adversarios como enemigos. Siempre tuvo la inteligencia de orientar sus conflictos -sobre todo c...

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El fallecido presidente de la República libanesa, René Muawad, cargo en el apenas estuvo 17 días, había nacido en la ciudad maroní de Sgorta, al norte del país. Perteneciente a una de las grandes familias, jamás tuvo mucha afinidad con la tradición guerrera de su región. Nunca creó una milicia ni organizó campos de entrenamiento, algo considerado como habitual, e incluso natural, desde el comienzo de los años setenta en Líbano.A lo largo de sus 40 años de vida política, Muawad nunca consideró a sus adversarios como enemigos. Siempre tuvo la inteligencia de orientar sus conflictos -sobre todo con la gran familia rival del norte, los Frangie- en el sentido de la reconciliación. Las afinidades del noveno presidente desde la independencia de Líbano, permanecieron fijas a lo largo del conflicto, especialmente con la familia Karame y, sobre todo, con uno de sus miembros, el ex presidente Rachid Karame.

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Esta actitud suya no belicosa fue, quizá, la que permitió el consenso parlamentario que le llevó a la presidencia hace 17 días, en condiciones de legalidad cuestionadas por el político líbanés. La amistad con el líder de Sgorta, Hamid Frangie, le introdujo en la vida política a fines de los años cincuenta.

Destacaba también junto a su moderación su aceptación de la arabidad, que le llevó en algún momento a ser acusado de haber optado por el islam político. Su apoyo a las fuerzas opuestas al presidente Chamun, en 1958, supuso su alineación con naseristas y baasistas, lo que marcó su compromiso con la opción árabe. Desde entonces, se mantuvo en buenas relaciones con los responsables sirios, otro de los prerrequisitos para su designación a la cabeza de la jefatura del Estado. Nadie ha olvidado que Muawad votó por Bechir Gemay el en las presidenciales de 1982, durante la invasión israelí de Líbano. Como Gemayel, Muawad murió asesinado a los mismos 17 días de su mandato, sin haber formado Gobierno.

Su talante de diálogo le permitió mantener relaciones corteses con algunos de sus adversarios, como el actual jefe de las fuerzas libanesas, Samir Geagea. En esta misma línea, alejada de lo que pudiera agradar a Damasco, Muawad mantuvo un silencio total durante la reciente guerra de liberación del general Michel Aoun contra la presencia siria en suelo libanés.

Tal vez esta conjunción de elementos, en apariencia contradictorios, es lo que permitió que la elección de Muawad se viera en medios internacionales como una apuesta por la moderación consagrada en Taff. Todos los esfuerzos desplegados en torno a la reunión parlamentaria celebrada en esa ciudad saudí se simbolizaron, a partir del 5 de noviembre, en el presidente. Cada día que ha pasado desde entonces, sin que se avanzara en la formación de un gobíerno, ha ido ensombreciendo los logros de Taif, carcomiéndoles como si de una enfermedad se tratara, hasta conseguir asesinarlos con su muerte.

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