Cartas al director

A propósito de nombres nada exóticos

En EL PAÍS del 12 de septiembre pasado apareció una carta firmada por don José Ignacio Uruñuela, de Getxo (Vizcaya), publicada con el título, original o no, de Nombres exóticos.

Tras una enumeración de los nombres de pila sacados de la sección Vida Social de un periódico bilbaíno, el señor Uruñuela dice que "algunos de estos nombres son realmente vascos, como Nerea", mientras que "otros son inventos más o menos eufónicos, como Ainhoa o Irati".

Después, el señor Uruñuela se asombra de que los padres de esos niños se apelliden Salvador, Pierna, López, etcétera, preguntándose...

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En EL PAÍS del 12 de septiembre pasado apareció una carta firmada por don José Ignacio Uruñuela, de Getxo (Vizcaya), publicada con el título, original o no, de Nombres exóticos.

Tras una enumeración de los nombres de pila sacados de la sección Vida Social de un periódico bilbaíno, el señor Uruñuela dice que "algunos de estos nombres son realmente vascos, como Nerea", mientras que "otros son inventos más o menos eufónicos, como Ainhoa o Irati".

Después, el señor Uruñuela se asombra de que los padres de esos niños se apelliden Salvador, Pierna, López, etcétera, preguntándose por qué no hay madres vascas que quieran llamar a sus hijos Nicolás o Antonio, y acaba sentenciando: "El hecho es que los padres vascos, en su mayoría, a la hora de elegir nombre para sus hijos en el año 1989 se fijan en uno no castellano, no tradicional".

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Para reducir un tanto la ignorancia activa del señor Uruñuela, digamos que ninguno de los nombres citados por él es artificial. Por poner algún ejemplo, Ainhoa es una advocación mariana correspondiente a una ermita del pueblo del mismo nombre en la Vasconia de Francia. Eneko es un nombre archiconocido en la documentación vasca y de todo el norte de España, con su derivación románica Iñigo más la forma femenina Yeñega, ya fuera de uso, si no ando descaminado.

El mismo Iñigo de Loyola, al registrarse en un barco para Tierra Santa, escribió Enecus, lo que nos indica que en lengua vasca le llamaban Eneko. ¿Le parece al señor Uruñuela todo esto muy artificial y poco tradicional?

Por lo demás, resulta curioso que para el señor Uruñuela si alguien se apellida López le estaría vedado poner nombres vascos a sus hijos. Qué quiere usted, yo prefiero pensar cuántos de estos padres, se apelliden López o Mendigurengoikoa, se toman la molestia de aprender euskera y, si ya lo saben, de alfabetizarse en esta lengua-

Presidente de la Sección Titular de la Real Academia de la Lengua Vasca.

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