ARDE CENTROAMÉRICA

MuItitudinario entierro de los jesuitas asesinados

ENVIADA ESPECIAL "No han matada a la Compañía de Jesús, ni a la Universidad Centroamericana. No las han matado". Éstas fueron palabras pronunciadas por el provincial de los jesuitas en Centroamérica, el español José María Tojeiro, con la voz entrecortada por el llanto, durante el funeral por los seis jesuitas y dos mujeres asesinados el pasado jueves. Los miles de salvadoreños que abarrotaban el auditorio de la UCA y sus inmediaciones prorrumpieron en un largo aplauso. Decenas de jesuitas y representantes de otras comunidades religiosas centroamericanas vestidos de blanco concelebraron la misa...

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ENVIADA ESPECIAL "No han matada a la Compañía de Jesús, ni a la Universidad Centroamericana. No las han matado". Éstas fueron palabras pronunciadas por el provincial de los jesuitas en Centroamérica, el español José María Tojeiro, con la voz entrecortada por el llanto, durante el funeral por los seis jesuitas y dos mujeres asesinados el pasado jueves. Los miles de salvadoreños que abarrotaban el auditorio de la UCA y sus inmediaciones prorrumpieron en un largo aplauso. Decenas de jesuitas y representantes de otras comunidades religiosas centroamericanas vestidos de blanco concelebraron la misa, que estuvo presidida por el arzobispo de San Salvador, Arturo Ribera y Damas.

El histórico dirigente guerrillero Rubén Zamora, refugiado en la Embajada de México por temor a ser eliminado, fue recibido en mitad de la homilía con otro sonoro aplauso. Zamora fue uno de los que llevaron a hombros el cadáver de Ignacio Ellacuría, director de la UCA y uno de los seis asesinados. Los seis féretros fueron transportados a hombros desde el auditorio hasta la iglesia de la universidad, donde fueron sepultados en unos nichos excavados en la pared.El presidente Alfredo Cristiani, el nuncio apostólico, el provincial de los jesuitas en España y otras autoridades gubernamentales y diplomáticas, entre las que se encontraba la delegación española presidida por el subsecretario de Exteriores, Inocencio Arias, participaron en el funeral.

"Su sangre, junto con la de miles de salvadoreños humildes, abona nuestra sufrida tierra... Ellos viven como vive un pueblo que lucha con esperanza por su libertad", afirmó el presidente del comité permanente del debate nacional por la paz en El Salvador.

La universidad estaba protegida por numerosos efectivos militares mientras en el ambiente pesaba el recuerdo de la matanza de más de una veintena de personas durante el sepelio del arzobispo de San Salvador, Arnulfo Romero, en 1980, cuyos asesinos siguen sin encontrarse. "El pecado de denunciar y descubrir la injusticia social fue sin duda su pecado", afirmó monseñor Ribera en el homenaje a los asesinados, cuyas muertes dijo que eran la continuidad de la de monseñor Romero.

Guitarras y panderetas dieron al oficio religioso la sensación de alegría y vida que los jesuitas se empeñan en mantener en esta zona.

En la Universidad Centroamericana (UCA), con unos 8.000 alumnos, la matanza, lejos de haber apagado el celo de los jesuitas por su misión, parece haberlo inflamado, y ni siquiera uno, a pesar de que sobre una decena de ellos pesan amenazas de muerte, aceptó regresar a España.

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Entrevista Arias-Cristiani

Inocencio Arias, subsecretario de Exteriores y cabeza de la delegación diplomática española que se desplazó a San Salvador para asistir al funeral y exigir "una investigación seria" de los hechos, aseguró haber conversado ampliamente con la dirección de la universidad y comprender la voluntad de los jesuitas españoles, más de 20, de permanecer en San Salvador. Arias se entrevistó el sábado con el presidente salvadoreño, Alfredo Cristiani, y asegura que éste "tiene un deseo sincero" de esclarecer los hechos. Cristiani se ha comprometido a crear una misión investigadora en la que participen Estados Unidos -valedor internacional de El Salvador, cuyo embajador ha actuado durante la presente ofensiva guerrillera como portavoz del Gobierno salvadoreño-, el Reino Unido y España.

Según Arias, Cristiani no descartó que el asesinato de Ellacuría lo cometiera un "elemento militar incontrolado" y reconoció haber oído "versiones" de que los asesinos eran unos 30 uniformados, aunque no saben la unidad de la que procedían. Asimismo, el presidente salvadoreño se comprometió a proteger a los testigos.

Al parecer, existen testigos oculares de la matanza que acabó con los seis jesuitas y las dos mujeres. El temor a que sean asesinados también les ha llevado a ocultarse fuera de la capital, mientras en medios civilistas de San Salvador existe pavor ante el más mínimo comentario que pueda dar cualquier pista sobre ellos.

Arias mostró un tono auténticamente reconciliador sobre Cristiani, a quien no se cansó de calificar de "franco, lúcido, bienintencionado...". A la pregunta de por qué se incluía en la comisíón a EE UU y al Reino Unido se limitó a señalar que él también se lo había preguntado al presidente, quien le respondió que Washington "tiene experiencia" en este tipo de investigaciones, y la policía de Londres, "prestigio".

Según Cristiani, el Alto Estado Mayor está también interesado en que se aclaren los hechos. Fuentes salvadoreñas señalan que de ser cierto que se pretenda llegar hasta las últimas consecuencias, el nerviosismo va a palparse "en más de un cuartel". Arias dejó entrever una cierta preocupación por la comunidad española en El Salvador, unas 500 personas, que en su gran mayoría no ha aceptado el ofrecimiento de repatriación.

Cristiani parece haberse comprometido también a garantizar su seguridad.

Arias restó importancia al hecho de que un grupo de militares disparara al aire frente a la Embajada de España y a que el Estado Mayor respondiera horas después que se debió a que bus caban a dos "subversivos" en la Embajada o en sus inmediaciones. Según Arias, los disparos se hicieron a 80 metros de distancia y los gritos amenazadores de los soldados no estaban dirigidos al interior.

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