Editorial:

Medicamentos malditos

LA PUBLICACIÓN del libro 300 medicamentos para superarse física, sexual e intelectualmente ha vuelto a despertar indirectamente la polémica sobre la difusión de ciertas drogas. En realidad, en las farmacias del mundo se almacenan varias veces más toneladas de droga de las que puedan hacer circular los narcotraficantes de Perú, Bolivia y Colombia juntos, y su accesibilidad es incomparablemente mayor. La diferencia, que trata de soslayar el libro en cuestión, es que en muchos casos su nombre comercial es desconocido por el potencial usuario. La clase médica mantiene en el contenido de sus...

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LA PUBLICACIÓN del libro 300 medicamentos para superarse física, sexual e intelectualmente ha vuelto a despertar indirectamente la polémica sobre la difusión de ciertas drogas. En realidad, en las farmacias del mundo se almacenan varias veces más toneladas de droga de las que puedan hacer circular los narcotraficantes de Perú, Bolivia y Colombia juntos, y su accesibilidad es incomparablemente mayor. La diferencia, que trata de soslayar el libro en cuestión, es que en muchos casos su nombre comercial es desconocido por el potencial usuario. La clase médica mantiene en el contenido de sus vademécum y en su vocabulario científico el secreto de los preparados. ¿Qué sucede, sin embargo, cuando este arcano se divulga y la información llega al ciudadano normal? Una primera reacción, constatada en Francia, donde se publicó inicialmente la obra, fue el escándalo público y la iniciación de un proceso contra los editores.Es cierto que el Estado tiene la obligación de velar por la salud de los ciudadanos y que en esa obligación se incluye la de evitar que productos potencialmente peligrosos sean consumidos indiscriminadamente por un público que, en la mayoría de las ocasiones, carece de la información imprescindible para hacer una elección razonada. Pero esa atribución del Estado no debe llegar hasta el punto de tratar de anular la última decisión sobre la salud propia, que corresponde siempre a cada ciudadano en particular. Y en ocasiones se incurre en una cierta persecución clínica del derecho individual a decidir sobre la propia vida bajo capa de prestarle una nueva protección moral y médica.

En ese sentido, la reacción contra la publicación del libro en Francia no dejó de ser una enorme manifestación de hipocresía social, porque el texto contribuye precisamente a ampliar la información de los ciudadanos sobre fármacos vendidos legalmente y, por tanto, a ampliar su capacidad de elección en un tema tan fundamental como la salud.

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