Tribuna:

Popes

Esta vez los extraterrestres han decidido aterrizar en el corazón del Kremlim. Hace sólo unos días algunos seres de otra galaxia, llegados en avanzadilla, se pasearon tranquilamente por el parque de un pueblo cerca de Moscú. Eran muy altos, tenían la cabeza pequeña con tres ojos en la frente y al parecer iban sin ornamentos de ninguna clase. El jefe no llevaba tiara ni besó el suelo al bajar de la nave espacial; en cambio uno de la comitiva dejó en nombre de la verdad una piedra roja que es insensible al ácido más corrosivo. El paso de estos primeros alienígenas soviéticos, aunque fue muy brev...

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Esta vez los extraterrestres han decidido aterrizar en el corazón del Kremlim. Hace sólo unos días algunos seres de otra galaxia, llegados en avanzadilla, se pasearon tranquilamente por el parque de un pueblo cerca de Moscú. Eran muy altos, tenían la cabeza pequeña con tres ojos en la frente y al parecer iban sin ornamentos de ninguna clase. El jefe no llevaba tiara ni besó el suelo al bajar de la nave espacial; en cambio uno de la comitiva dejó en nombre de la verdad una piedra roja que es insensible al ácido más corrosivo. El paso de estos primeros alienígenas soviéticos, aunque fue muy breve, logró disparar la imaginación de la gente y por un momento las colas se dispersaron. Los testigos fueron interrogados y los científicos también hablaron. Cuando todo el mundo comenzaba a olvidarlos de pronto los extraterrestres han regresado con toda la carga. Esta vez han decidido manifestarse en el interior del Kremlim ante las autoridades soviéticas, en la catedral de la Asunción. Allí la cosmonauta Valentina Terechkova les ha dado la bienvenida oficial, otras personalidades del comité central les han rendido pleitesía y cualquier fotógrafo ha podido captar la ceremonia del aterrizaje.El jefe de estos alienígenas, llamado patriarca Pimen, avanzaba forrado con láminas de oro desde las pantuflas a latesta y se movía dentro de una nube de incienso y otros dignatarlos de la Iglesia Ortodoxa le seguían arrastrando por la crujía del templo níveas vestiduras, pestilentes hachones y valiosísimas cruces mientras entonaban versículos cuyo significado esotérico hacía recordar el hambre y la esclavitud anterior al año 1917. No obstante esta expedición barroca no carecía de una belleza sideral y sus cantos sin duda venían del más allá puesto que nadie lograba interpretarlos, si bien el patriarca Pimen, con gestos blandos, trataba de comunicar a la multitud un mensaje. Ellos han llegado para instalarse en el interior del Kremlim junto a los camaradas del Politburó. Quieren montar allí una nueva base de ganímedes.

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