Editorial:

Las fronteras de la 'perestroika'

DOS HECHOS ocupan el primer plano de la vida política soviética: un documento del Comité Central del PCUS con propuestas tendentes a la liberalización de las relaciones entre las repúblicas que componen la Unión Soviética, y las manifestaciones registradas en las repúblicas bálticas y en Moldavia con motivo del 50º aniversario del pacto Hitler-Stalin que dio paso a la incorporación de esos territorios a la URSS. Las propuestas del Comité Central abren la posibilidad de una evolución que podría corregir el actual centralismo del Estado soviético y conducir hacia fórmulas de tipo confederal. Per...

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DOS HECHOS ocupan el primer plano de la vida política soviética: un documento del Comité Central del PCUS con propuestas tendentes a la liberalización de las relaciones entre las repúblicas que componen la Unión Soviética, y las manifestaciones registradas en las repúblicas bálticas y en Moldavia con motivo del 50º aniversario del pacto Hitler-Stalin que dio paso a la incorporación de esos territorios a la URSS. Las propuestas del Comité Central abren la posibilidad de una evolución que podría corregir el actual centralismo del Estado soviético y conducir hacia fórmulas de tipo confederal. Pero tal evolución no será fácil: las movilizaciones han revelado la existencia de fuertes sentimientos independentistas, lo que a su vez ha creado fuertes temores en Moscú, Una nota amenazante del Comité Central ha indignado a los propios partidos comunistas de las repúblicas bálticas, que la atribuyen a elementos conservadores enemigos de Gorbachov. Esta agudización de las contradicciones entre Moscú y los países bálticos se sitúa en el marco del auge nacionalista que ha marcado los dos últimos años de la perestroika. A pesar de diferencias notables -sobre todo, el rebrote en el Cáucaso de odios religiosos ancestrales-, existe un problema de fondo común entre las manifestaciones y choques sangrientos de Armenia, Georgia o Uzbekistán y las movilizacionos de ahora. En la medida en que la glasnost permito. a la gente expresar lo que piensa, saltan a la superficie aspiraciones ahogadas durante décadas y se generaliza la demanda, en las repúblicas nacionales, de auténtica autonomía, e incluso de independencia. El futuro de la reforma de Gorbachov depende decisivamente de que se hallen cauces que permitan evitar una generalización desordenada de esas corrientes centrífugas.En la búsqueda de ese cauce, los países bálticos desempeñan un papel decisivo gracias a los Frentes Populares (el Sajudis en Lituania), que tienen tal respaldo popular que en gran parte han absorbido a los partidos comunistas respectivos. Coinciden con el ala progresista de los reformadores de Moscú, y con su política gradualista han logrado serios compromisos con Gorbachov. En Julio pasado, y con sorpresa para muchos, el Soviet Supremo de la URSS, gracias a la alianza de Gorbachov y los progresistas, concedió la autonomía financiera a las repúblicas bálticas. Era un paso hacia el derecho de administrar sus propias riquezas que anunciaba una evolución favorable en otros problemas conflictivos, como la oficialidad de las lenguas nacionales o el status de los ciudadanos venidos de otras repúblicas. Pero las cosas se han agriado. Hoy se observa un resurgir del centralismo conservador en Moscú, que se esfuerza por provocar, en Estonia y Moldavia, la lucha de las poblaciones rusas establecidas en esas repúblicas contra las reivindicaciones de tipo nacional; y a la vez, brotes extremistas en el nacionalismo del Báltico, con el planteamiento incluso de la separación de la URSS, idea hoy por hoy irrealista, sin posibilidad de ningún apoyo internacional y con efectos negativos. Frente a esos extremismos destaca la sensatez de algunos dirigentes bálticos que insisten en que la suerte de sus países está ligada al proceso renovador hoy en marcha en la URSS. Por ello propugnan una solución basada en la "plena soberanía", pero dentro de una unión de "repúblicas con iguales derechos". Propuesta contradictoría, pero que deja abierto el camino del compromiso. Está por ver si estas voces serán entendidas -como ha ocurrido en otros casos- por Gorbachov. Y si éste logrará neutralizar a los centralistas del aparato.

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