Editorial:

Sufrimiento humano

EN LA situación de Líbano hay un imperativo que debería sobreponerse a los intereses políticos: la necesidad de poner fin al sufrimiento humano. La destrucción de Beirut por los bombardeos artilleros significa que cientos de miles de personas sufren lo indecible buscando cómo escapar del infierno. Desde que el general cristiano Aoun declaró, en marzo pasado, la "guerra de liberación" contra Siria, un millón de personas han emprendido un dramático éxodo. Todo esto, ¿para qué? La idea de Aoun de "expulsar a los sirios" es irrealizable. Ni dispone de fuerzas para acometer tal empresa, ni podrá te...

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EN LA situación de Líbano hay un imperativo que debería sobreponerse a los intereses políticos: la necesidad de poner fin al sufrimiento humano. La destrucción de Beirut por los bombardeos artilleros significa que cientos de miles de personas sufren lo indecible buscando cómo escapar del infierno. Desde que el general cristiano Aoun declaró, en marzo pasado, la "guerra de liberación" contra Siria, un millón de personas han emprendido un dramático éxodo. Todo esto, ¿para qué? La idea de Aoun de "expulsar a los sirios" es irrealizable. Ni dispone de fuerzas para acometer tal empresa, ni podrá tener apoyos internacionales para ello. Tampoco la influencia de Siria en Líbano depende de la bárbara "batalla de Beirut". El presidente, Asad, tiene otras cartas con las que defender, más eficazmente, en un futuro proceso negociador, lo que él considera sus intereses legítimos.No han faltado gestiones en el plano internacional para imponer un alto del fuego. Desde la comisión árabe tripartita (Marruecos, Argelia, Arabía Saudí) hasta el Consejo de Seguridad de la ONU. En el plano moral, la decisión del Papa de visitar Beirut puede tener efectos apaciguadores. Sin embargo, los Gobiernos no han prestado la atención suficiente a la adopción de medidas concretas para aliviar la situación de las poblaciones civiles. Un paso positivo es el envío de una misión de la CE para estudiar las necesidades de la población, estudio que deberá ser seguido de medidas prácticas. Sería, si no, una farsa macabra.

Sufrimiento humano

EN LA situación de Líbano hay un imperativo que debería sobreponerse a los intereses políticos: la necesidad de poner fin al sufrimiento humano. La destrucción de Beirut por los bombardeos artilleros significa que cientos de miles de personas sufren lo indecible buscando cómo escapar del infierno. Desde que el general cristiano Aoun declaró, en marzo pasado, la "guerra de liberación" contra Siria, un millón de personas han emprendido un dramático éxodo. Todo esto, ¿para qué? La idea de Aoun de "expulsar a los sirios" es irrealizable. Ni dispone de fuerzas para acometer tal empresa, ni podrá tener apoyos internacionales para ello. Tampoco la influencia de Siria en Líbano depende de la bárbara "batalla de Beirut". El presidente, Asad, tiene otras cartas con las que defender, más eficazmente, en un futuro proceso negociador, lo que él considera sus intereses legítimos.No han faltado gestiones en el plano internacional para imponer un alto del fuego. Desde la comisión árabe tripartita (Marruecos, Argelia, Arabía Saudí) hasta el Consejo de Seguridad de la ONU. En el plano moral, la decisión del Papa de visitar Beirut puede tener efectos apaciguadores. Sin embargo, los Gobiernos no han prestado la atención suficiente a la adopción de medidas concretas para aliviar la situación de las poblaciones civiles. Un paso positivo es el envío de una misión de la CE para estudiar las necesidades de la población, estudio que deberá ser seguido de medidas prácticas. Sería, si no, una farsa macabra.

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