La escolta ilegal del vicepresidente sirio amenaza y esgrime armas contra siete fotógrafos en Marbella

La escolta del vicepresidente de Siria, Rifaat el Asad, originó en la noche del martes un incidente en la localidad malagueña de Marbella al hacer ostentación de sus armas y amenazar a siete fotógrafos que pretendían obtener instantáneas de su jefe. Tanto la existencia de una escolta como el que vaya armada es ilegal en España. Pese a ello, la policía, cuya presencia fue requerida, no intervino en los hechos. Las actuaciones de los guardaespaldas de Asad, que posee, a través de terceros, diversas propiedades en Marbella, fueron investigadas en agosto y septiembre de 1988 por la policía, aunque...

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La escolta del vicepresidente de Siria, Rifaat el Asad, originó en la noche del martes un incidente en la localidad malagueña de Marbella al hacer ostentación de sus armas y amenazar a siete fotógrafos que pretendían obtener instantáneas de su jefe. Tanto la existencia de una escolta como el que vaya armada es ilegal en España. Pese a ello, la policía, cuya presencia fue requerida, no intervino en los hechos. Las actuaciones de los guardaespaldas de Asad, que posee, a través de terceros, diversas propiedades en Marbella, fueron investigadas en agosto y septiembre de 1988 por la policía, aunque estas indagaciones quedaron paralizadas y semanas después el entonces gobernador civil de Málaga, Plácido Conde, fue destituido de su puesto.

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El incidente con los fotógrafos se inicio a las 23.00 horas del martes en el complejo residencial de Benabola, en Puerto Banús. Rifaat el Asad, quien además de vicepresidente es el hermano del presidente del régimen de Damasco, cenaba en el restaurante La Vendôme. Los fotógrafos solicitaron permiso para obtener las instantáneas; y cuando la petición llegó a oídos de Rifaat, éste reclamó a gritos y con gran nerviosismo la presencia de sus guardaespaldas, según algunos testigos presenciales. Otros testigos señalaron ayer que no fue Rifaat, sino una de las personas de su entorno, quien requirió la presencia de los guardaespaldas. La escolta, que llegó a estar compuesta por quince personas, todas ellas extranjeras, cercó y vigiló durante el resto de la velada a los periodistas, haciendo clara ostentación del armamento que portaba.Una vez que se reclamó la presencia de los guardaespaldas, algunos camareros del local y supuestos clientes, que leían distraídamente el periódico, se abalanzaron sobre los fotógrafos. Los guardaespaldas, con gritos de "no fotos" empujaron a los periodistas, les movieron las cámaras y desenfocaron sus objetivos para impedir que tomaran alguna instantánea. Una de las personas presentes, el ciudadano marroquí Zreik Malek, jefe de seguridad de Asad, reiteró de malos modos la prohibición de tomar fotos de ningún tipo a la mesa de Asad.

El contingente de guardaespaldas creció hasta llegar a la quincena, mientras que los reporteros reivindicaban el derecho a tomar fotografías en un lugar público. La solicitud de presencia policial, efectuada por algunos fotógrafos, provocó la rápida salida de gran parte de la escolta del propio Rifaat el Asad, que abandonó con celeridad el restaurante. Una pareja del Cuerpo Nacional de Policía, que fue informada por los periodistas de la coacción sufrida al intentar fotos y de que los guardaespaldas portaban armas, no intervino, pese a ser requerida para ello.

La escolta de Rifaat el Asad ha originado ya diversos incidentes, uno de ellos revelado por este periódico en octubre de 1988, cuando una ciudadana española denunció ante un juzgado de Marbella que había recibido presiones y su restaurante había sufrido desperfectos ante su negativa a abandonar el negocio, situado en el complejo de Benabola. La ciudadana española, llamada Carmen Martínez, propietaria del restaurante Monte Carlo, aseguró ante la autoridad judicial que una quincena de árabes asaltó su negocio y ocasionó desperfectos por valor de 12 millones de pesetas. Entre las personas que declararon en el caso se encontraba Zreik Malek, quien reconoció al juez que era jefe de seguridad de Rifaat el Asad.

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Investigación

La policía y la brigada judicial de Marbella llevaban investigando a los escoltas de Rifaat el Asad desde meses antes. Estas indagaciones condujeron al entonces gobernador civil de Málaga, Plácido Conde, ha exigir a Zreik Malek que facilitase la lista de guardaespaldas con que contaba en Marbella. Según el ordenamiento jurídico español, las labores de protección y escolta sólo pueden ser realizadas por personal adscrito a las Fuerzas de Seguridad del Estado.Tras ofrecer resistencia para entregar la lista de escoltas, la policía optó entonces, entre agosto y los primeros días de septiembre de 1988, por ir deteniendo con sus coches patrulla a los guardaespaldas que encontraba por la calle, y a incoar propuestas de expulsión por residencia ¡legal, ya que son extranjeros. Fuentes policiales han señalado que en fechas inmediatamente posteriores un alto dirigente de los servicios secretos sirios se entrevistó con altos responsables del Cesid y que el propio Asad apeló directamente a altos cargos gubernamentales españoles con el objeto de que la policía dejara tranquilo a su servicio de seguridad.

El gobernador de Málaga, Plácido Conde Estevez, fue relevado el 21 de septiembre de 1988 y sustituido por Francisco Rodríguez Caracuel. La decisión fue tomada por el Consejo de Ministros del 16 de septiembre y fueron relevados 15 responsables de delegaciones del gobierno o gobiernos civiles, además de trasladar a Plácido Conde al gobierno civil de Cádiz. Conde rehusó ayer dar su versión sobre su destitución. Este periódico intentó también infructuosamente conversar ayer con responsables de la Embajada de Siria para que dieran su versión de los hechos.

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