LA CRISIS CHINA

Ni planificación ni mercado

Más preocupante que la propia economía es la sensación de crisis. Inflación y corrupción han generado una frustración que induce a la gente a creer que cada vez están peor en el aspecto económico. Estadísticamente, esto es absurdo; incluso teniendo -en cuenta la inflación, la economía sigue creciendo a un ritmo del 11% al año y la mayoría de la gente vive mejor de lo que solía. En términos estrictamente económicos, no cabe duda de que China se moderniza con más éxito que cualquier otro país socialista o en vías de desarrollo. Pero está padeciendo una crisis de confianza.El papel cada vez menos...

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Más preocupante que la propia economía es la sensación de crisis. Inflación y corrupción han generado una frustración que induce a la gente a creer que cada vez están peor en el aspecto económico. Estadísticamente, esto es absurdo; incluso teniendo -en cuenta la inflación, la economía sigue creciendo a un ritmo del 11% al año y la mayoría de la gente vive mejor de lo que solía. En términos estrictamente económicos, no cabe duda de que China se moderniza con más éxito que cualquier otro país socialista o en vías de desarrollo. Pero está padeciendo una crisis de confianza.El papel cada vez menos importante del partido comunista ha exagerado algunos de los problemas del país. No existe ni planificación económica ni economía de mercado, sino un sistema que hace gala de algunos de los defectos de ambas. No se planifica el crecimiento, con lo cual las inversiones en infraestructuras son inadecuadas, y todo ello da lugar a cortes de energía eléctrica y a largas demoras en el transporte de mercancías.

Situaciones absurdas

Esta falta de planificación ha llevado a situaciones absurdas. Por ejemplo, en los dos últimos años, los directores de una serie de empresas chinas se enteraron de que, debido a la proliferación del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), habría un enorme incremento en la demanda mundial de guantes de goma desechables, utilizados por el personal sanitario. Aunque ya muchos otros países producían este tipo de guantes, un gran número de empresas chinas se pusieron a toda prisa a fabricarlos. Hoy día, sólo en China, se fabrican más guantes de goma que los que se necesitan en todo el mundo.

Y si no existe planificación, tampoco existe un mercado adecuado. Las materias primas no van a parar a manos del fabricante más eficiente, aquel que supuestamente sería capaz de pagar el precio más elevado por ellas, sino al empresario que está mejor relacionado. Las provincias han empezado a competir entre sí, negándose a que sus materias primas se procesen fuera de su territorio. Y así, por ejemplo, la provincia de Xinjiang, que producía excelente lana y cachemir para las hilaturas de Shanghai, ahora se niega a vender la lana y ha comenzado a procesarla en sus nuevas factorías, todavía muy imperfectas. En las líneas de demarcación de algunas provincias se han apostado vigilantes armados para impedir que las materias primas salgan de las mismas.

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