Cartas al director

Sentencia de la colza

Cuando el grito es desgarrador, la brevedad se hace indispensable. ¿Qué otra cosa se puede hacer, si no? La sentencia -eternamente retrasada- del caso de la colza ha sido una burla demasiado hiriente, demasiado sangrante como para olvidarla, encerrada en el cajón de la mesilla... como desearían algunos. La muerte ha quedado entronizada y el sufrimiento -de inocentes, como pasa siempre- alcanza grados de divinidad.El sistema capitalista pseudodemocrático que padecemos destila con esta macabra y espeluznante sentencia una miseria acomodada en los gruñidos de los politicastros, que ahora -precisa...

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Cuando el grito es desgarrador, la brevedad se hace indispensable. ¿Qué otra cosa se puede hacer, si no? La sentencia -eternamente retrasada- del caso de la colza ha sido una burla demasiado hiriente, demasiado sangrante como para olvidarla, encerrada en el cajón de la mesilla... como desearían algunos. La muerte ha quedado entronizada y el sufrimiento -de inocentes, como pasa siempre- alcanza grados de divinidad.El sistema capitalista pseudodemocrático que padecemos destila con esta macabra y espeluznante sentencia una miseria acomodada en los gruñidos de los politicastros, que ahora -precisamente ahora- comenzarán a hozar en el desperdicio de las elecciones europeas.

Esto, parece ser, no da para mucho mas.

Los aparatos del poder burgués nos ofrecen la máxima más demoledora: "Para la libertad, siempre es tarde; para morir, siempre hay tiempo".-

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