La concentración nazi de Madrid se celebró en la calle

La Delegación del Gobierno de Madrid permitió ayer que dos centenares de ultraderechistas rindieran homenaje a Adolfo Hitler en plena vía pública madrileña, a pesar de que el viernes anunció la prohibición de realizarlo en el local cerrado donde estaba previsto, el cine Palacio de la Música, por temor a incidentes y a una apología de la violencia.

La Delegación del Gobierno aseguraba el pasado jueves que sólo precisan autorización los actos en la calle. La concentración de ayer se disolvió sin incidentes.Una portavoz de la Delegación del Gobierno, consultado ayer por este periódico, no ...

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La Delegación del Gobierno de Madrid permitió ayer que dos centenares de ultraderechistas rindieran homenaje a Adolfo Hitler en plena vía pública madrileña, a pesar de que el viernes anunció la prohibición de realizarlo en el local cerrado donde estaba previsto, el cine Palacio de la Música, por temor a incidentes y a una apología de la violencia.

La Delegación del Gobierno aseguraba el pasado jueves que sólo precisan autorización los actos en la calle. La concentración de ayer se disolvió sin incidentes.Una portavoz de la Delegación del Gobierno, consultado ayer por este periódico, no supo dar una explicación a esta actitud contradictoria de prohibir y luego tolerar. Los convocantes del acto, el Círculo Español de Amigos de Europa (Cedade), asociación cultural de signo nazi, encontraron ayer cerradas las puertas del madrileño cine Benlliure, que aseguraban haber alquilado tras prohibirse el acto previsto en el cine Palacio de la Música. Optaron por pronunciar un breve discurso en las puertas del cine Benlliure ante unos 200 asistentes, que ocupaban las aceras aledañas. La policía no hizo acto de presencia en ningún momento, aunque permanecía apostada en las inmediaciones.

Pedro Varela, presidente de Cedade, hizo una encendida defensa de Hitler, al que atribuyó toda una serie de medidas sociales. "Los obreros tenían conciertos en las fábricas, se construyeron la primeras autopistas, no había paro". Auguró que la humanidad no tardará en destruir el único punto negativo, a su juicio, de este personaje: el gaseamiento de seis millones de judíos, que juzga una falsedad.

Thies Cristofersen, ingeniero agrónomo en Auschwitz, aseguró que en ese campo de concentración no hubo cámaras de gas, sino que los judíos trabajaban en jornadas de ocho horas "para devolver lo que habían robado". El autor de La mentira de Auschwitz hizo corear el saludo nazi: Sieg heil (Viva la victoria), que sustituyó por un instante a los gritos de "libertad de expresión". Por la tarde, en la sede de Cedade, dio una conferencia el fascista belga Léon Degrelle.

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