Cartas al director

Chismes tardíos

(El País Semanal, número 623, del 19 de marzo de 1989.)"Un vendedor llama a la puerta. Sale un joven mongálico, que con voz gangosa y babeando le pregunta:

-¿Qué desea, señor?

-¿Podés llamar a tu madre?

-No, señor. Vivo con mi hermano, que es igual que yo -respondió el monstruito-. Y tengo otro hermano que está en la universidad.

-¡Ah, qué bien! ¿Y cuándo vuelve?

-No puede volver porque está en un frasco".

Se pueden contar barbaridades como ésta y mucho peores, así como se puede tomar una ciudad (o un barrio de una ciudad) y confundirla con un p...

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(El País Semanal, número 623, del 19 de marzo de 1989.)"Un vendedor llama a la puerta. Sale un joven mongálico, que con voz gangosa y babeando le pregunta:

-¿Qué desea, señor?

-¿Podés llamar a tu madre?

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-No, señor. Vivo con mi hermano, que es igual que yo -respondió el monstruito-. Y tengo otro hermano que está en la universidad.

-¡Ah, qué bien! ¿Y cuándo vuelve?

-No puede volver porque está en un frasco".

Se pueden contar barbaridades como ésta y mucho peores, así como se puede tomar una ciudad (o un barrio de una ciudad) y confundirla con un país, y en cuatro párrafos comercialeros venderlos para los españoles consumidores de la tristeza y para los argentinos que en el exterior tienen como únicas referencias sociales, políticas y económicas el chisme tardío y el aumento del dólar.

Te equivocaste, Torres. No conociste a Argentina. No entendiste lo que significa para nosotros la esperanza ni el "perdoname, Mariana".

Para vos, Evita salió de un radioteatro. Para nosotros, fue la voz de un pueblo invadido y desangrado desde las entrañas durante cinco siglos por europeos hambrientos.

Les faltas el respeto a nuestras mujeres, a nuestros hombres, a nuestros dirigentes, porque si todavía tenemos fascismos, machismos, cirugías estéticas y procesiones con la Virgen al hombro no creo que sea la española la nación más indicada para criticárnoslo.

Yo te pediría, Torres, en nombre de esa otra Argentina que también existe y viaja hacia la vida, que vuelvas a nuestro país y hagas una nota en serio. Pedime direcciones, que te mando muchas donde vas a encontrar comida, cama y el tiempo a tu disposición (porque no sólo practicamos el'deporte de pegarles a nuestras mujeres) para conocernos y respetarnos un poco más.

Recién entonces vamos a pensar que ustedes, los europeos, quieren, después de tanto mar, comenzar a conocernos.-

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