Miguel Ángel Perera

Aprender de los indígenas y su relación con el entorno

Miguel Ángel Perera se convierte en un venezolano simpático y parlanchín tan pronto como cobra confianza con su interlocutor y pierde esa timidez que trata de esconder tras su enorme bigote ranchero. Se define como ecólogo cultural y afirma que se doctoró en esta disciplina en la universidad de Bristol (Reino Unido). Advierte enseguida que no es ecologista. "Creo que los ecologistas se han deshumanizado de tal forma en los países desarrollados que dan más importancia a una foca que a un hombre".

Miguel Ángel Perera es, a sus 42 años, un consumado espeleólogo, y como tal preside la Socie...

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Miguel Ángel Perera se convierte en un venezolano simpático y parlanchín tan pronto como cobra confianza con su interlocutor y pierde esa timidez que trata de esconder tras su enorme bigote ranchero. Se define como ecólogo cultural y afirma que se doctoró en esta disciplina en la universidad de Bristol (Reino Unido). Advierte enseguida que no es ecologista. "Creo que los ecologistas se han deshumanizado de tal forma en los países desarrollados que dan más importancia a una foca que a un hombre".

Miguel Ángel Perera es, a sus 42 años, un consumado espeleólogo, y como tal preside la Sociedad Venezolana de Espeleología. En sus correrías por la zona del Orinoco, metiéndose en cuevas y agujeros de toda clase, llegó a conocer algunos rincones de la selva venezolana como la palma de su mano y aprovechó para entablar estrechas relaciones con las comunidades indígenas del área."En Venezuela nos encontramos en una situación económica emergente, y esto obliga a plantearnos el ecodesarrollo de un área como la de Guayana (Amazonas y Orinoco), pero contemplando la participación de las comunidades indígenas. Tenemos que aprender de los indígenas y de su relación con el entorno. A esto le llamo yo etnociencia".

En toda Venezuela quedan unos 200.000 indígenas, el 12% de la población. En el área de Guayana hay 15 etnias distintas, y la mayor parte de ellas están en vías de desaparición porque han sido diezmadas por los caucheros, las enfermedades y el mestizaje, según Perera. "Hay pueblos caribe, como los panare o los mapoyos que han sido totalmente aculturizados. Otros grupos, como los ye'kuana, los, piaroa o los wanai, tienen un mayor grado de conciencia y han llegado incluso a expulsar de sus territorios a grupos de turistas suizos, alemanes, franceses y canadienses".

Advierte Perera -que está en España con una beca del CSIC para estudiar cuáles eran los recursos tradicionales de estos indígenas entre el siglo XVI y el XVIII- que varias empresas mineras nacionales y extranjeras y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no sólo están destrozando con sus proyectos la cuenca del río Orinoco sino que desean expropiar a los nativos sus tierras.

"Yo soy un colaborador a ultranza de las ligas indígenas y, en la medida en que puedo hablar la lengua del tecnólogo, trato de facilitar encuentros entre los nativos y los empresarios. Pero ésta no es una tarea fácil, porque esa subespecie humana que es el ingeniero está arrasando la vegetación para extraer bauxitas, que a su vez contaminan los ríos y las tierras indígenas con un tinte rojo". Para solucionar esta situación, Perera confia en que el presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, "un hombre decidido y de gestos llamativos", apruebe un proyecto de ley ya elaborado para salvaguardar la biosfera del Alto Orinoco. Esta norma daría, en su opinión, cierta potestad a los indígenas sobre sus tierras.

A este aventurado y decidido científico, casado y con un hijo, le encanta la práctica del vuelo sin motor y al ala delta. Se declara de izquierdas y simpatizante del Movimiento al Socialismo (MAS), el grupo político que encabeza Teodoro Petkoff ' pero asegura que no tiene mifitancia alguna y que dicho grupo "está de capa caída".

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