Británicos mediterráneos

En Gran Bretaña, este invierno, los animales que hibeman han suspendido su letargo, los mirlos han comenzado a aparearse y a poner los primeros huevos y los parques están llenos de parejas ajenas al entorno. Las inesperadas altas temperaturas van a someter a prueba el increíble pronóstico de Virginia Woolf de que los británicos, tras unos años de sol y calor, se convertirían en mediterráneos. Una carta al director de un periódico londinense tenía una sola línea: "Me encanta el efecto invernadero".

Las aberraciones climáticas que viene sufriendo España este invierno, de los...

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En Gran Bretaña, este invierno, los animales que hibeman han suspendido su letargo, los mirlos han comenzado a aparearse y a poner los primeros huevos y los parques están llenos de parejas ajenas al entorno. Las inesperadas altas temperaturas van a someter a prueba el increíble pronóstico de Virginia Woolf de que los británicos, tras unos años de sol y calor, se convertirían en mediterráneos. Una carta al director de un periódico londinense tenía una sola línea: "Me encanta el efecto invernadero".

Las aberraciones climáticas que viene sufriendo España este invierno, de los temporales canarios a los incendios forestales cantábricos, tienen su homologación mundial en los helados que se están comiendo los suecos o en el frío que azota el valle del Jordán. Los niveles de los embalses del sur de Inglaterra están más bajos que por la misma época del año 1976, en el que Europa sufrió una de las peores sequías. Dos meteorólogos populares de las islas, la versión británica del Calendario Zaragozano, dicen que todo va a volver a la normalidad enseguida y basan el pronóstico en la reciente ola de frio que ha llevado los termómetros de Alaska hasta los sesenta bajo cero.

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