El 'Watergate' jalponés

El 'escándalo Recruit' pone al primer ministro Takeshita en el ojo del ciclón

El escándalo político-financiero provocado por la firma Recruit Cosmos, que ofreció acciones a bajo precio a personajes políticos, afecta seriamente la credibilidad de los políticos nipones y cuestiona, en realidad, la integridad del potente Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder desde 1955. Su actual líder, el primer ministro, Noboru Takeshita, podría acabar pagando las consecuencias de un asunto comparado en algunos círculos políticos a lo que fue el escándalo del Watergate norteamericano para el presidente Richard Nixon.

Todo empezó en el verano de 1988, cuando la Prensa reve...

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El escándalo político-financiero provocado por la firma Recruit Cosmos, que ofreció acciones a bajo precio a personajes políticos, afecta seriamente la credibilidad de los políticos nipones y cuestiona, en realidad, la integridad del potente Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder desde 1955. Su actual líder, el primer ministro, Noboru Takeshita, podría acabar pagando las consecuencias de un asunto comparado en algunos círculos políticos a lo que fue el escándalo del Watergate norteamericano para el presidente Richard Nixon.

Todo empezó en el verano de 1988, cuando la Prensa reveló la existencia de un claro caso de tráfico de influencias en el Ayuntamiento de la localidad de Kawasaki, en el área metropolitana de Tokio. Un miembro del ayuntamiento reconoció que había comprado acciones de la firma Recruit Cosmos un año antes de que saliesen a cotización pública. Las compró al equivalente de unas 3.000 pesetas por, acción, para poder venderlas, sin ningún riesgo, a más de 5.000, cuando la firma comenzó a cotizar en bolsa, en el otoño de 1987.El escándalo ha estallado a medida que se han ido sumando importantes nombres del PLD a la lista de beneficiarios de esta firma: el secretario del ex primer ministro Yasuhiro Nakasone; el del ministro de Finanzas, Kiichi M¡yazawa; el del ex ministro de Asuntos Exteriores Shintaro Abe, o el del actual primer ministro, Noboru Takeshita, inician esta lista que alcanza a más de 150 implicados, entre los que se encuentran nombres de ex ministros, directores o ejecutivos de influyentes periódicos, altos funcionarios públicos y diputados. Todos han ganado millones de yenes gracias a Recruit.

Inyectar yenes

El mecanismo utilizado por el presidente de la firma Recruit, Hiromasa Ezoe, no era otro que el de inyectar yenes en el circuito político a cambio de futuros favores, en forma de encargos gubernamentales a las empresas del grupo Recruit, inicialmente fundado como una firma de publicaciones, información y ofertas de trabajo del mundo estudiantil. Ezoe, de 52 años, consideré oportuna la distribución de acciones de la nueva subsidiaria Recruit Cosmos a una amplia red de influyentes personajes, que contaban con la seguridad de obtener fáciles beneficios al revender sus acciones.

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Esa práctica de inside trading en el mundo bursátil no está penalizada en Japón, a diferencia de lo que ocurre en otros países. Hasta ahí, nada anormal en el complejo mundo financiero Japonés, a excepción de que los beneficiarios eran personajes de primera fila del PLD, del Partido Socialdemócrata o del Partido Socialista de Japón.

El tema se complicó, a principios del pasado mes de diciembre, cuando algunos diarios japonese revelaron la posible implicación en el asunto Recruit del entonces ministro de Finanzas, Miyazawa, uno de los tres líderes más importantes dentro del clan del PLD. Después de varias declaraciones contradictorias ante la Asamblea Nacional, Miyazawa se vio obligado a presentar su dimisión, sin que por ello acabasen los quebraderos de cabeza para el PLD. Takeshita renovó su Gabinete el 27 de diciembre, a fin de dar una nueva imagen.

"Estoy aquí porque no tengo ninguna conexión", dijo el nuevo ministro de Justicia, Takashi Hasegawa, en referencia a que no tenía nada que ver con el escándalo Recruit. Dos días después, la Prensa revelaba que el nuevo ministro había recibido fondos de Recruit, lo que precipitó su dimisión. Semanas más tarde seguiría la dimisión del ministro responsable de la Planificación Económica, por motivos parecidos, en una espiral que no parecía encontrar su punto final.

Socialistas y comunistas pedían la dimisión del equipo Takeshita, junto a la disolución de la cámara de diputados y la convocatoria de elecciones anticipadas, a fin de poner fin a una trama de influencias político-financieras que a través de Recruit ha llegado también hasta la compañía telefónica japonesa Nipon Telegraph and Telephone (NTT).

Pero Noboru Takeshita rechaza la eventualidad de un mea culpa que vaya hasta la disolución del actual Gabinete, al menos por el momento, a pesar de la derrota electoral sufrida por el candidato del PLD el pasado día 12, cuando perdió la elección en Fukuoka, en la lucha con los socialistas.

Justo al día siguiente, el 13 de febrero, el juez especial que investiga el asunto Recruit ordenó la detención de Hiromasa Ezoe, que había dimitido hace ya unos meses de la presidencia de su firma, así como de dos ex ejecutivos de la NTT, Hisaiko Hasegawa y E¡ Shikiba, junto a Hiroshi Kobayashi, presidente de First Finance Co., filial de Recruit. Dos días después seguían las detenciones de otros dos ejecutivos de Recruit, Shunjiro Mamiya y Siichi Tateoka, por supuestas violaciones en la legislación de cambio y bolsa. Y el viernes fue arrestado un alto funcionario del Ministerio de Trabajo. En total, ocho personas en la cárcel, a la espera de un futuro juicio que puede traer aún mucha cola en el ambiente político nipón.

No es que a los japoneses les haya pillado desprevenidos el escándalo Recruit. Ya tenían experiencia: el ex primer ministro Kakuei Tanaka debió dimitir en 1974 por haber aceptado unsoborno de 500 millones de yenes de la firma aeronáutica norteamericana Lockheed. Lo que ocurre en el caso Recruit es que el escándalo ha estallado en un momento en el que el Gobierno del PLD prepara una nueva reforma fiscal que introducirá un impopular IVA, del orden del 3%, el 1 de abril próximo.

¿Por qué debemos pagar más impuestos cuando los políticos ganan dinero con tanta facilidad?", se preguntaba un joven economista japonés. Mientras, el primer ministro, Takeshita, intentaba frenar el impacto del escándalo Recruit, nombrando un juez especial para investigar el asunto, y prometiendo además una importante reforma política que, en el futuro, impida que los políticos puedan recibir fondos de empresas.

Los efectos del escándalo Recruit quizá acaben purificando un poco el ambiente político japonés, conocido por la extensión del llamado vínculo votoyen: los partidos políticos buscan el dinero fácil para afrontar los gastos de sus actividades o para cubrir los gastos de representación de un diputado.

Cooperación o dimisión

El Gobierno japonés que dirige el primer ministro, Noboru Takeshita, parece encontrarse ante la alternativa de cooperar estrechamente con la investigación del escándalo Recruit o presentar su dimisión, ante la impopularidad que está generando el escándalo entre la opinión pública nipona.En el primer examen electoral a que ha debido enfrentarse el PLD, el pasado día 12 de febrero, en Fukuoka, al sur del país, el candidato socialista ganó por un margen superior de 200.000 votos al candidato del partido en el poder, en contra de lo que es habitual en la escena política japonesa, caracterizada por la estabilidad del poder democrático, en manos del PLD, desde hace 34 años.

Los analistas políticos nipones consideran que Takeshita intentará capear el temporal de Recruit evitando la disolución de la Cámara de los Diputados. Lo que no evita que deba afrontar elecciones para la Cámara alta, prevista para el próximo mes de julio, donde el electorado reflejará, posiblemente, el descontento por las implicaciones del escándalo político-financiero creado por Recruit Cosmos.

El principal problema para el PLD radica quizás en que los principales líderes del partido figuran indirectamente vinculados con el Watergate japonés, lo que obligará posiblemente a buscar nuevas fórmulas de ética del poder, junto a la promoción de nuevos líderes cuya honestidad no pueda cuestionarse.

Los japoneses, tradicionalmente catalogados de bastante "apáticos" en decisiones políticas, parecen cada vez más sensibilizados por el escándalo Recruit, como demuestra el hecho de que la popularidad de Takeshita haya caído en picado.

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