Cinco jefes de Estado diseñan el Magreb unido

La sala del Ayuntamiento de Marraquech donde ayer se celebró la sesión oficial de apertura de la cumbre magrebí estaba perfumada coma maderas aromáticas. En las calles de la ciudad imperial decenas de miles de personas cantaban y bailaban bajo un sol primaveral. "Este es un momento histórico. Hoy realizamos un sueño, la constitución de nuestro gran Magreb árabe", dijo Hassan II de Marruecos a sus invitados, los jefes de Estado de Túnez, Argelia, Libia y Mauritania. Acto seguido, Hassan II puso bajo la protección de Dios una reunión nacida con fórceps, que debe proclamar hoy la creación de una ...

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La sala del Ayuntamiento de Marraquech donde ayer se celebró la sesión oficial de apertura de la cumbre magrebí estaba perfumada coma maderas aromáticas. En las calles de la ciudad imperial decenas de miles de personas cantaban y bailaban bajo un sol primaveral. "Este es un momento histórico. Hoy realizamos un sueño, la constitución de nuestro gran Magreb árabe", dijo Hassan II de Marruecos a sus invitados, los jefes de Estado de Túnez, Argelia, Libia y Mauritania. Acto seguido, Hassan II puso bajo la protección de Dios una reunión nacida con fórceps, que debe proclamar hoy la creación de una entidad supracional: la Unión del Magreb Árabe.

ENVIADO ESPECIAL

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Un Hassan II serio y fatigado recibió a sus huéspedes en la puerta principal del Ayuntamiento de Marraquech. El primero en llegar fue el coronel Muammar el Gaddafi, único de los cinco jefes de Estado que no vestía a la europea. Gadafi llevaba una gran capa blanca, un sombrerito chechia negro y botas blancas de grandes tacones. Los dos hijos del soberano, los príncipes Sidi Mohamed y Mulay Rachid, ofrecieron al líder libio los tradicionales cuencos de leche y bandejas de dátiles de bienvenida.Lo mismo hicieron con los otros participantes en la cumbre del Magreb, el argelino Chadli Benyedid, el mauritano Moavia uld Taya y el tunecino Ben Alí, que con pocos minutos de diferencia llegaron por ese orden al lugar, escenario de la apertura oficial de la reunión.

Un Marraquech volcado en la calle asistió desde las aceras a la ida y venida de los cinco dignatarios en su visita al Ayuntamiento de la ciudad. Era una muchedumbre con chilabas, caftanes, babuchas y velos, que agitaba banderitas de los cinco países y retratos de sus correspondientes jefes de Estado. Las autoridades marroquíes han decretado la suspensión de las actividades laborales. y escolares durante la celebración de la cumbre magrebí. En la ciudad, repleta esta temporada de turistas, hay por doquier bombillitas de colores, enseñas de los países que aspiran a asociarse, retratos luminosos del rey y estrellas jerifianas giratorias.

Uno de esos guías que asaltan a los extranjeros en la Medina de Marraquech decía en la noche del miércoles que la ciudad estaba llena de policías. "Han venido de Casablanca, de Fez, de Rabat, de todas partes", afirmaba el muchacho. Y lo explicaba por el hecho de que en Marraquech "están todos los dirigentes del mundo. El rey Hassan II, el presidente argelino, Gadafi, Yaser Arafat...". Desbordada su imaginación, el guía remataba su perorata así: ."Hasta Gamal Abdel Nasser ha respondido a la llamada del rey".

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"La presencia en tomo a una misma mesa de los cinco jefes de Estado es ya un gran éxito", decía ayer un funcionario del Ministerio de Información que no ocultaba sus temores previos a que una espantada de Gaddafi. impidiera la celebración misma de la cumbre. Marruecos puede felicitarse de eso y de haber preparado uno de esos espectáculos de color en los que el país magrebí es maestro.

Sólo Hassan II y Muammar el Gaddafi hablaron en la sesión de apertura de la cumbre. El primero tuvo una breve intervención salpicada de citas del Corán y de las tradiciones del profeta. El discurso del segundo fue más complejo y expresó todas las reticencias de Libia respecto a la especie de mercado común que sus socios creen que debe ser la Unión del Magreb Árabe. Que Gaddafi hablara en nombre de los cuatro invitados de Hassan II fue interpretado por todos los presentes como una concesión a un hombre que hasta el último minuto se resistía a desplazarse a Marraquech.

"Umbral de una nueva era"

Con la cabeza gacha, profundos surcos en el entrecejo y una de esas caras que mucha gente llama de póquer, Gaddafi dijo sin entusiasmo: "Estamos en el umbral de una era nueva. Nuestra comunidad empieza a decir adiós a la división que ha provocado nuestra decadencia y ha permitido la penetración en nuestro suelo de las fuerzas imperialistas y sionistas". Gaddafi. empezó a coger carrerilla cuando afirmó que era "un deber" de los países magrebíes ampliar su comunidad a todos nuestros vecinos y hermanos, desde el Atlántico al Golfo.El coronel libio explicó entonces su visión de la comunidad magrebí. Ésta, dijo, debe concentrar su atención en "los desheredados y las víctimas del colonialismo", y ha de basarse en "la preservación de los derechos del hombre, según nuestra perspectiva árabe y musulmana, y no la superficial perspectiva europea".

Según el coronel Maummar el Gaddafi, "el principal derecho del hombre es el derecho a no ser explotado. No aceptamos lecciones del colonialismo acerca de cómo hacer nuestra democracia", añadió. El líder libio terminó una intervención seguida con rostros de piedra por sus cuatro pares, con un llamamiento a la abolición de la pena de muerte y de la prisión perpétua y una firme condena de Israel, "fabricante y almacenador de armas químicas, bacteriológicas y nucleares".

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