Mitterrand deja en manos de la justicia la resolución del 'escándalo Pechiney'

JOSÉ A. SOROLLA, El presidente de la República Francesa, François Mitterrand, minimizó ayer los escándalos financieros que han acaparado la atención política del país, especialmente por la implicación en uno de ellos, el escándalo Pechiney, de su íntimo amigo Roger-Patrice Pelat. Mitterrand apeló a la actuación de la justicia, "sea quien sea el culpable" si se demuestra que algunas personas han utilizado información secreta para enriquecerse, y defendió a su amigo Pelat, sobre quien "ningún acontecimiento me ha permitido dudar a lo largo de tantos años". Unicamente concedió que, si se le encue...

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JOSÉ A. SOROLLA, El presidente de la República Francesa, François Mitterrand, minimizó ayer los escándalos financieros que han acaparado la atención política del país, especialmente por la implicación en uno de ellos, el escándalo Pechiney, de su íntimo amigo Roger-Patrice Pelat. Mitterrand apeló a la actuación de la justicia, "sea quien sea el culpable" si se demuestra que algunas personas han utilizado información secreta para enriquecerse, y defendió a su amigo Pelat, sobre quien "ningún acontecimiento me ha permitido dudar a lo largo de tantos años". Unicamente concedió que, si se le encuentra culpable, su amistad se resentirá.

Mitterrand dijo sentirse "apesadumbrado, pero no traicionado" por la repercusión del escándalo Pechiney y por la aparición continua de los nombres de personas próximas a él en la primera página de los periódicos. La Prensa ha acusado a Pelat de haber comprado, a través de una complicada trama de intermediarios, una gran cantidades de acciones de la empresa norteamericana Triangle pocos días antes de que la firma estatal francesa Pechiney lanzara una OPA (Oferta Pública de Adquisición de Acciones) sobre Triangle, lo que supuso enormes ganancias para el avisado comprador.Ante las insinuaciones de que debía seleccionar mejor a sus amigos, Mitterrand explicó cómo había conocido a Pelat en 1940 entre un grupo de prisioneros de guerra y cómo había elegido entre personas "con coraje". El presidente recordó que Pelat y él se reencontaron en el mismo grupo de la Resistencia en la Francia ocupada y han mantenido desde entonces una relación sobre la que no existen dudas.

Mitterrand rechazó que los escándalos manchen a la izquierda y, a este respecto, recordó que su amigo Pelat "ha sido elegido alcalde de derechas y ha batido a los socialistas".

El presidente negó que supiera algo más que la opinión pública sobre las implicaciones de Pelat. "Yo no he hecho otra cosa que aquella para la que los franceses me han elegido", dijo. Repitiendo sus tradicionales ideas sobre el dinero, expresó que su misión "es defender a los franceses modestos contra los especuladores de toda clase". "El dinero ganado muy fácilmente es siempre sospechoso", afirmó, antes de criticar "el gansterismo y la ley del más fuerte" en las relaciones económicas.

Mitterrand fue entrevistado durante una hora y 45 minutos en la primera cadena de la televisión, TFA, por segunda vez en los nueve meses de su segundo septenio. La intervención se produce cuando la tormenta desatada por los escándalos ha amainado después de que la Comisión de Operaciones en Bolsa (COB) hiciera público, el 31 de enero, el informe sobre el escándalo Pechiney y enviara sus conclusiones a la jussticia. La entrevista se enviara, asimismo, en el intento de los socialistas de recuperar la iniciativa política tras varias semanas de actuar a la defensiva ante el aluvión de los escándalos financieros. Mitterrand señaló en el Consejo de Ministro; del 31 de enero la necesidad de llevar los escándalos al terreno político y responder así a la campaña con una ofensiva contra la derecha.

Algún ministro planteó en esa reunión la vuelta a las nacionalizaciones, pero Mitterrand aclaró anoche que no son necesarias. "El contrato electoral firmado con los franceses me obliga. No habrá más nacionalizaciones, pero tampocco más privatizaciones", dijo, tras defender la economía mixta francesa. Reprochó a la derecha la privatización, durante el período 1986-88, de las firmas nacionalizadas por los sojialistas tras su llegada al perder en 1981, al afirmar que si "la Socièté Générale hubiera continuado nacionalizada, no habría habido ningún escándalo".

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