Tribuna:

No-Do

Que nadie diga: más vale honra sin cuadros que cuadros sin honra, porque poca honra queda en este asunto y algo hay que hacer con los cuadros. El Gobierno tiene la difícil tarea de repartir el legado sin defraudar a Figueres, a Cataluña, al Estado y a Dalí. La capital ampurdanesa se ha preparado largamente para albergar Dalilandia, sustitutiva de la Disneylandia que Cataluña no pudo tener. Hemos de pasar del turismo epidérmico al turismo en profundidad, y en Dalilandia podrían conseguirse efectos tan espectaculares como el de la Disneylandia de Los Ángeles, donde un muñeco de Lincoln aparece a...

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Que nadie diga: más vale honra sin cuadros que cuadros sin honra, porque poca honra queda en este asunto y algo hay que hacer con los cuadros. El Gobierno tiene la difícil tarea de repartir el legado sin defraudar a Figueres, a Cataluña, al Estado y a Dalí. La capital ampurdanesa se ha preparado largamente para albergar Dalilandia, sustitutiva de la Disneylandia que Cataluña no pudo tener. Hemos de pasar del turismo epidérmico al turismo en profundidad, y en Dalilandia podrían conseguirse efectos tan espectaculares como el de la Disneylandia de Los Ángeles, donde un muñeco de Lincoln aparece al final recitando un discurso de apoteosis. En Dalilandia, el propio Dalí podría aparecerse a los turistas diciendo: El pan con tomate es catalán, yo tampoco.Otra parte debería ir al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona para que no se olvide nunca, pero es que nunca nunca, el vínculo antropológico entre Dalí y Cataluña. Ignoro adónde va a ir a pararla colección completa de tupés de Dalí y Gala, y es materia opinable si se la merece más el Ayuntamiento de Figueres o la Generalitat de Catalunya. Ahora bien, he aquí una parte fundamental del legado que ni puede ni debe dividirse. Al cumplir con Figueres y con Barcelona, el Gobierno cumple con las partes más susceptibles del Estado periférico y satisface las lógicas aspiraciones de un pueblo en el reparto de la túnica sagrada del más escandaloso de sus hijos.

Ahora bien, queda por saber si Dalí se sentiría satisfecho con este reparto si no se le garantizara que la parte más importante de su legado va a parar al "Estado" tal como él lo entendió, lo defendió y lo jaleó entre 1939 y 1975. Por tanto, propongo que lo más sustancioso de la herencia daliniana se instale en el Valle de los Caídos, por criterios de utilidad y de justicia. Dalí fue el atleta estético y moral que convirtió el surrealismo en material del No-Do, codo con codo con los pantanos que inauguraba Franco. Descansen en paz, juntas ya para siempre, una y otra obra.De hecho estamos asistiendo al último No-Do.

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