Editorial:

Sombras sobre Afganistán

UNO DE los dirigentes de la resistencia afgana, Sibgatulá Mujaddedi, acaba de anunciar en Islamabad la ruptura de las negociaciones entre ésta y la Unión Soviética, después de la última reunión celebrada en esa capital con el embajador Vorontsov. Es una noticia preocupante que anuncia unas perspectivas sombrías para el destino inmediato de un pueblo que lleva nueve años de sufrimiento con la ocupación extranjera, la emigración masiva y las contiendas armadas en diversos lugares de su territorio.Hace poco más de un año tuvo lugar el anuncio solemne por Gorbachov de que la URSS evacuaría sus tro...

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UNO DE los dirigentes de la resistencia afgana, Sibgatulá Mujaddedi, acaba de anunciar en Islamabad la ruptura de las negociaciones entre ésta y la Unión Soviética, después de la última reunión celebrada en esa capital con el embajador Vorontsov. Es una noticia preocupante que anuncia unas perspectivas sombrías para el destino inmediato de un pueblo que lleva nueve años de sufrimiento con la ocupación extranjera, la emigración masiva y las contiendas armadas en diversos lugares de su territorio.Hace poco más de un año tuvo lugar el anuncio solemne por Gorbachov de que la URSS evacuaría sus tropas sin poner condiciones sobre el régimen que se estableciera después en Kabul. Hasta el pasado mes ese compromiso se ha ido cumpliendo, si bien la URSS, a su vez, desarrolló una actividad política y diplomática intensa, preparatoria de un régimen de transición favorable a su política. Durante una primera etapa se esforzó por tamizar el carácter comunista del régimen encabezado por Najibulá, con la idea de ampliar su Gobierno con elementos de la resistencia, pero ésta adoptó una actitud tajante, negándose a cualquier relación con las autoridades instaladas en Kabul y declarando que sólo estaría dispuesta a mantener contactos directos con la Unión Soviética. En el pasado otoño, pese a la trascendencia del paso, la URSS aceptó negociar directamente con la resistencia. A tal fin, uno de los viceministros de Exteriores, Vorontsov, sin abandonar ese cargo, fue enviado como embajador a Kabul.

Por otra parte, la URSS anunciaba que se veía obligada a retrasar el ritmo de su retirada, manteniendo el compromiso de terminarla el 15 de febrero. Con esa medida presionaba, militar y políticamente, sobre los grupos de la resistencia. Las gestiones de Vorontsov han sido intensas: en Kabul fomentó una reconversión del partido gobernante, eliminando al sector duro y preparando su adaptación para una situación en la que ya no tenga el poder. Desde principios de diciembre negoció con la resistencia, primero en la capital de Arabia Saudí y luego en Pakistán y en Irán. A finales de diciembre viajó a Roma y sostuvo conversaciones con el antiguo rey de Afganistán, Zahir Shah, depuesto en 1973, que cuenta con el apoyo de sectores no integristas de la resistencia.

Diversos Gobiernos occidentales han alentado y facilitado las gestiones de Vorontsov encaminadas a lograr que todos los sectores afganos se sienten a una mesa y preparen un régimen de transición. Objetivo difícil: la pretensión de la URSS de que el partido que gobierna en Kabul sea aceptado por los resistentes presenta grandes dificultades; los odios acumulados en nueve años de guerra no se disipan de golpe. Por otra parte, la resistencia afgana está desgarrada por agudas diferencias: por un lado están los jefes que mandan en ciertas zonas liberadas; por otro, los grupos emigrados, unos en Pakistán otros en Irán, con diferencias muy fuertes entre sí. Independientemente de los planes de la URSS de conservar aliados en el futuro régimen de Kabul, existe un peligro real de caos en Afganistán si no hay un acuerdo previo.

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Es posible que la declaración de ruptura de negociaciones hecha en Islamabad sólo afecte a una parte de la resistencia y que puedan surgir aún nuevas fórmulas de solución del conflicto. En todo caso, sólo quedan 40 días para la fecha del compromiso de Gorbachov de concluir la retirada de sus tropas. Quizá sería la hora de recordar que las Naciones Unidas desempeñaron un papel decisivo en la preparación de la retirada soviética y que si no se logra una solución de forma bilateral la ONU debería estudiar el problema de la transición. En diversas ocasiones, tanto Gorbachov como el ex rey Zahir han aludido a esta eventualidad.

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