Miguel Ángel López Ocaña se autoinculpa del asesinato de Brouard en un relato poco verosímil

Miguel Ángel López Ocaña, condenado a 40 años de prisión por el asesinato de su cuñado, se declaró ayer ante el juez de Bilbao coautor del atentado mortal contra el dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard, por cuenta de los GAL. El testigo, sin embargo, incurrió en numerosas contradicciones sobre circunstancias del crimen acreditadas por testigos presenciales, lo que llevó al abogado de la acusación particular, Txema Montero, a afirmar que la autoinculpación del testigo "no es creíble". López Ocaña aseguró haber sido contratado por José Luis Morcillo Pinillo, quien, según afirmó, perpetró...

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Miguel Ángel López Ocaña, condenado a 40 años de prisión por el asesinato de su cuñado, se declaró ayer ante el juez de Bilbao coautor del atentado mortal contra el dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard, por cuenta de los GAL. El testigo, sin embargo, incurrió en numerosas contradicciones sobre circunstancias del crimen acreditadas por testigos presenciales, lo que llevó al abogado de la acusación particular, Txema Montero, a afirmar que la autoinculpación del testigo "no es creíble". López Ocaña aseguró haber sido contratado por José Luis Morcillo Pinillo, quien, según afirmó, perpetró el atentado con él.

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López Ocaña conoció a Morcillo en la cárcel de Carabanchel en los primeros meses de 1983 Morcillo cumplía condena por estafa y López Ocaña, según él mismo explicó ayer, había sid detenido por atraco. Ambos lle varon a cabo el asesinato del dirigente de Herri Batasuna (HB) en solitario, después de un inten to fallido días antes. Morcillo cobró por el atentado un total de 20 millones de pesetas, de los que entregó a su cómplice tres millones, dos en metálico y uno en especie, en forma de heroína.Los dos mercenarios, siempre según la versión de López Ocaña, salieron de Madrid el 20 e noviembre de 1984 en una furgo neta. Almorzaron en ruta y llegaron a media tarde a Bilbao. Tras disparar contra Brouard en su consulta de la Alameda de Rekalde, corrieron hacia la furgoneta, aparcada en una calle cercana.

Miguel Ángel López Ocaña asegura haber regresado a Madrid solo en la furgoneta mientras Morcillo se quedaba en Bilbao, donde era socio de una cafetería en un céntrico edificio de oficinas. Dos semanas después del atentado, según los emplea dos de la cafetería, desapareció dejando deudas a proveedores por un valor total cercano a los 20 millones de pesetas.

El testimonio de López Ocaña no aporta detalle comprobable alguno sobre el desarrollo y las circunstancias que rodearon el asesinato. "En este terreno no da una", declaró Txema Montero. Según el letrado de la acusación particular, el testigo dice que él y su cómplice llevaban gabardinas, extremo que no concuerda con la descripción que hicieron los testigos presenciales.

Mientras éstos coinciden en que los dos pistoleros usaban guantes, López Ocaña pretende que se aplicaron en Madrid pegamento sobre las yemas de los dedos para evitar la impresión de huellas en las armas. Según Montero, la versión de López Ocaña sobre su ubicación en la consulta del pediatra tampoco concuerda. con la realidad. El autoinculpado ni siquiera fue capaz de describir la vestimenta de Santiago Brouard y se limitó a decir que "llevaría una bata blanca, como los médico", cuando Santiago Brouard usaba siempre en la consulta una bata azul.

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Incompatibilidad

Todos estos detalles llevaron a Txema Montero a solicitar y obtener de la juez Manuela Fernández Prado una reconstrucción de los hechos en la consulta de Brouard. El letrado de la acusación particular se mostró abiertamente escéptico sobre la participación real de Miguel Angel López Ocaña en el asesinato y manifestó serios reparos acerca de la supuesta intervención directa y a cara descubierta de José Luis Morcillo, "una persona", dijo, "que ha estado seis meses regentado una cafetería céntrica y concurrida en esta ciudad".El testigo fue asistido por un letrado de oficio, al estimar la juez, a petición de la acusación particular, incompatibilidad en la persona de José Emilio Rodríguez Menéndez con la defensa de Juan José Rodríguez Díaz, el Francés, procesado como presunto suministrador de las armas.

López Ocaña, según Rodríguez Menéndez, volvió a negar ayer haber visto la carabina y la pistola que fueron disparadas contra Brouard en casa de su cuñado Alberto Granados Céspedes, y dijo que las había aportado al comando Morcillo. La esposa de López Ocaña declaró en agosto de 1985 que Morcillo y Rafael López Ocaña habían retirado de casa de Granados unas armas pertencientes a Rodríguez Díaz. El testigo reconoció ayer que Morcillo y su hermano se conocían en 1984 porque les había presentado precisamente él.

Sobre la relación del asesinato de Brouard con los GAL, se limitó a decir que de conversaciones con Morcillo pudo deducir una relación de éste con José Amedo y con la Jefatura Superior de Policía de Bilbao.

López Ocaña también varió su versión de la muerte de Granados, por la que está condenado. Granados, según dice ahora su asesino, era el confidente del comisario Antonio Rosino sobre el caso. La razón de su muerte fue ésta, según declaró ayer López Ocaña, y no una disputa por dosis de heroína.

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